Cómo ayudar a los niños a modificar comportamientos.
Se describen en este artículo las técnicas más importantes para poder ayudar a los niños a modificar su comportamiento. Desde técnicas para aumentar como para disminuir conductas. Hablando de premios y de castigos, de extinción, sobrecorrección, tiempo fuera, instigación, saciación, moldeado, moldeamieto...
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Cómo ayudar a los niños a modificar comportamientos.

FIJAR LÍMITES

Ser firme es una de las tareas más arduas a la que un padre tiene que enfrentarse durante la primera infancia. Las coletillas “no”, “no quiero”, “es mío” y las rabietas son los culpables de la mala fama de los niños pequeños.

Los niños necesitan que les fijen límites para poder sentirse seguro e ir descubriéndose a sí mismo. Sin los límites el mundo le parecería un lugar peligroso sobre el que no podría ejercer ningún control.

Un niño debe tener claros puntos de referencia sobre lo que debe hacer y lo que no debe hacer. Esto:

  • Le ayuda a entender e integrar las normas que rigen el mundo en que vive. Un sistema de normas que no sea cambiante le ayuda a saber predecir las consecuencias de su conducta, pudiendo saber a qué atenerse en cada momento.
  • Le ayuda a sentirse seguro. Los niños más inseguros y temerosos son hijos de padres muy permisivos o que tiene un criterio educativo incoherente: “si no tengo claro lo que está bien o mal me siento perdido”. Los niños que consiguen manejar a sus padres a su antojo aparentan seguridad, hasta que salen de su hogar. Muchos padres piensan que si son exigentes con sus hijos, éstos les querrán menos, se revelarán y no habrá quién los domine. Por lo general, les sorprende que ante una mano firme pero cariñosa, los niños se relajan y portan mejor.
  • Le ayuda a “portarse bien”, a ser “mejores personas” y a tener buen concepto de ellos mismos. Hay padres blandos que ante las protestas de sus hijos cambian constantemente las normas de la casa. Actuando así dejan en manos del niño toda la responsabilidad de decidir portarse bien o mal. El niño tiene tentaciones de dejarse llevar por le que le apetece y dejar las responsabilidades de lado, si los padres son coherentes les ayudan a vencer las tentaciones. Al niño le resulta más fácil portarse bien si tiene los límites claros y si tiene incentivos que le animen a hacerlo.

Usted tiene que decidir al cabo del día qué debe dejar y qué no debe dejar hacer a su hijo. La clave está en intentar reducir los noes al mínimo, permitiendo que el niño haga todo aquello en lo que a usted no le merece la pena malgastar energía, es decir, permita que el niño sea espontáneo y mantenga su curiosidad por explorar el mundo. Es mejor que acondicione su casa para que los niños puedan explorar con libertad y seguridad, sin tener que controlarlos continuamente.

Þ Su hijo no hace de las suyas porque pretenda hacerle la vida imposible, sino para afirmar su propia independencia. Fije las normas sin ser un dictador

Þ No se extrañe cuando se rebele al imponerle las normas, interprételo como algo normal de la edad.

Þ Todo lo quiere “ahora”; negocie con él, ofrézcale sustitutos para enseñarlo a esperar, si procede, pero no le engañe. NO es NO.

Þ Si usted se comporta como un conferenciante, aburriendo a su hijo con todas las disquisiciones sobre cada norma, acabará perdiendo (“debes lavarte las manos porque las tienes plagadas de bacterias y podrías coger alguna enfermedad infecciosa”). De instrucciones y normas sencillas (“vamos a lavarnos las manos”).

Cuesta creer que un niño pueda ser capaz de hacer que un adulto pierda el control. Ante esto su reacción puede ser la de pegarle, pero esto solo le servirá a usted para calmar su enfado y le enseñará a su hijo que los mayores pegan cuando se enfadan. El pegar también mermará la autoestima del niño y el respeto que se tiene a él mismo. Lo que tiene que conseguir es enseñar al niño a enfrentarse a las emociones intolerables que experimenta, de un modo razonable.

Su tono de voz debe ser firme, no grite ni se exalte, pero transmita seguridad a su hijo en lo que le está diciendo para que sepa que va en serio. Los castigos no sirven para nada cuando un padre se comporta de forma dubitativa, compadeciéndose de su hijo y dando muestras de debilidad.

Tenga cuidado con los chantajes, muchas veces, sin darnos cuenta decimos cosas como ”si no dejas de hacer eso te quedarás sin…”, “si recoges los juguetes iremos a…”. A la larga esto no resulta efectivo, su hijo esperará un premio por todo y sino no hará nada. Recuerde que en la primera infancia el niño necesita estar poniendo siempre a prueba su poder contra todo y contra todos. Está aprendiendo a tratar con gente diferente y sabe qué límites le marca cada uno.

Es muy importante que usted y su pareja estén de acuerdo y ejerzan las mismas normas sobre los aspectos importantes. Cuando le diga “NO” a su hijo, asegúrese de que su pareja está de acuerdo, ya que al estar poniendo a prueba a todos, se irá corriendo al otro para ver si él o ella se lo dá.

Fijar límites no es decir continuamente no. Demasiados noes rotundos llegarían a ahogar su curiosidad y podría pensar que han dejado de quererle.

Es importante que comunique al niño cómo se va sintiendo usted cuando algo de su conducta no le guste (no me gusta que juegues con los huevos, son para comer, ven, vamos a recogerlos) y que no le amenace. Recuerde, la clave es marcar límites razonables.

Si algún día no consigue controlarse y estalla intente disculparse por haber gritado y dígale que eso no significa que no le quiere, reflexione con él por qué ha llegado a enfadarse, qué conducta le ha molestado y si realmente estaba enfadado por otra cosa o con otra persona.

Cuando sienta que está perdiendo el control procure distanciarse de la situación y expóngalo:

Þ Exprese sus sentimientos

Þ No culpabilice al niño (¿estás tonto?)

Þ Hable sobre las acciones o conductas (no me gusta que pegues) y no sobre el niño (eres malo)

Þ Sea positivo. No formule preguntas que puedan responderse con un “no” (¿quieres hacer el favor de recoger lo juguetes?)

Los padres son las personas más importantes en la vida de cualquier niño. No entiende por qué lo deja para irse a trabajar, ni por qué se preocupa por su hermano enfermo. Necesita que usted esté pendiente de él y le demuestre su cariño.

Tenga en cuenta que el cansancio y la frustración también pueden ser la causa de que el niño se exalte y tenga rabietas.

TÉCNICAS PARA DISMINUIR CONDUCTAS:

A menudo las conductas indeseables de los niños parecen estar orientadas a llamar la atención de los padres. Cuando estos no prestan atención a las conductas indeseables de los niños, aplican la

Extinción:

«no reforzar con nuestra atención aquellas conductas que queremos suprimir en los niños, dirigir la mirada a otro lado, no expresar desaprobación con la mirada, no hablar ni gritar…). La atención se le dará al niño en cuanto deje de hacer la conducta inadecuada».

Ø Para conductas que han sido reforzadas positivamente y de forma continua.

Ø El patrón de reforzamiento, cuanto más intermitente es más se resiste a la extinción; es decir que si una conducta se refuerza unas veces y otras no, se hace más resistente y cuesta más de eliminar.

Ø Identificar TODOS los reforzadores. Es muy importante saber qué quiere obtener el niño al realizar esa conducta.

Precauciones:

1. En cuanto aplicamos extinción no desaparece la conducta, luego si la conducta es peligrosa no se puede aplicar extinción. Es gradual.

2. El tren de respuesta: al aplicar la extinción la conducta va a aumentar. Si los padres creen que no son capaces de aguantar el incremento de la conducta es mejor no utilizarlo.

3. Recuperación espontánea: Después de un tiempo sin dar la conducta puede aparecer de manera espontánea. ¡Aparecerá de vez en cuando y no debe ser reforzada.

4. Refuerzo de la conducta alternativa: no se puede hacer extinción si no se refuerza la conducta alternativa.Extinción siempre se aplica junto con un método de aumento de comportamiento.

Extinción es hacer que desaparezca el refuerzo positivo o negativo.

Refuerzo de conductas alternativas o incompatibles (Ref. +):

Hay que identificar la conducta incompatible del problema (pinchar con tenedor la tortilla, no chillar en el super y pedir bien algo…)

Control de estímulos:

En niños que no obedecen hay que hacer control de estímulos; suele tener que ver con estímulos mal enunciados como instrucciones mal dadas. Lo correcto es:

  • instrucciones claras
  • delante del niño y mirando a la cara
  • tono de voz adecuada
  • reservar la orden solo cuando vaya a hacer que se cumpla.

Saciación:

Consiste en debilitar y eliminar una conducta concreta, por medio de la aplicación continua y aumentada del refuerzo que originalmente la mantenía. Se proporciona a los niños estímulos deseables con tal frecuencia que éstos acaban por cansarlos o empiezan a dejar de ser atractivos.

  • Cualquier reforzador, si se da en exceso te sacia.
  • Ejemplos: fumar rápido, cada vez que tome chicle se le meten 7 en la boca, si chilla se le hace gritar mucho más…

Tiempo fuera:

Es el acto de ubicar al niño en un ambiente aburrido inmediatamente después de alguna respuesta indeseable como pegar a un niño, destruir un objeto o rabieta.

Cuando un niño hace perder el control a un adulto es mejor situar al niño durante unos minutos en un sitio donde no obtenga ningún tipo de refuerzo, que esté aislado (en el pasillo, detrás de los cristales, lejos del grupo, en un rincón…). Unos minutos a solas suele tranquilizar al niño y permite que Vd. Piense y no se descontrole. Dígale que tiene que estar ahí hasta que se tranquilice y después hablarán.

  • No es castigo porque no se aplica un Estímulo aversivo después de la conducta.
  • Se busca un tiempo donde el sujeto no va a ser reforzado, donde se aburra y se le retire toda atención.
  • Se le quita la posibilidad de refuerzo.

Es muy eficaz si:

  1. Se aplica siempre después de la conducta. No hay perdón. Se aplica siempre contiguamente.
  2. El niño comprende las reglas. Tienen que saber antes lo que va a ocurrir. Si es pequeño se le escenifica lo que va a pasar. Nunca se sorprende.
  3. Eliminar las reacciones emocionales del que aplica el tiempo fuera. El que lo aplica debe mostrarse seguro de uno mismo y de que es lo correcto.
  4. No se le castiga verbalmente, ni se enfada, ni se es irónico
  5. No es aversivo ni reforzante. El tono debe ser neutro.
  6. Al recogerlo no se le hace ningún comentario, ni se le advierte, ni amenaza.

El área de aislamiento no debe ser reforzante, no deben haber estímulos visuales ni tactíles, debe ser aburrido pero no atemorizante. Debe haber luz, nada peligroso, sin ventana exterior, si la hay se cubre para que no se divierta mirando. Puede ser el cuarto de baño, el recibidor, el pasillo no muy largo.

  • Dura “tantos minutos como años tiene el niño” Más de 15 mts se convierte en aversivo. Entre 4 y 6 minutos es razonable. No suele exceder de 10 mts. El que aplica el tiempo fuera debe ponerse un despertador para que no se le olvide. Nunca se aumenta el tiempo.
  • En cuanto da la respuesta adecuada hay que reforzarlo.
  • Si no se aplica inmediatamente no sirve para nada.
  • De 4 a 8 años son las edades de los niños en las que más se aplica.

Castigo:

Por los efectos rápidos que produce en el comportamiento del niño suele aplicarse con frecuencia, a pesar de que a menudo suele ir acompañado de efectos emocionales secundarios (sentimiento de culpa y ansiedad). No es aconsejable y solo se utilizará cuando hayan fracasado otras técnicas

  • Aplicar Es aversivo (o negativo) a la conducta
  • Se aplica en pocas ocasiones porque no elimina la conducta, solo la suprime momentaneamente. El castigador modela una conducta poco adecuada ya que enseña a pegar…, se produce una distancia emocionalmente del castigador y puede causar daños físicos.
  • Se aplica cuando no se puede manipular el refuerzo y cuando la conducta implica peligro
  • No se aplica como medio para aprender conductas, sino para eliminarlas
  • Si se usa hay que conocer las normas, no se sorprende, para que se asocie conducta a castigo.
  • Se aplica inmediatamente después de la conducta
  • El Es aversivo ha de ser suficientemente aversivo para aplicarlo lo menos posible
  • Deben eliminarse las reacciones emocionales del castigador, sin emoción, tono neutro
  • Cada vez que se haga la conducta se castiga. No hay perdón. No se levanta el castigo
  • Reforzar las conductas alternativas positivas

Un castigo es aquella experiencia u objeto que, seguido a una conducta, hace que disminuya la probabilidad de que la conducta se repita en el futuro.

El castigo debe utilizarse lo menos posible. Ello no quiere decir que se deba dejar al niño actuar a su antojo. El castigo solo es eficaz si asocia a la conducta no deseada una cierta pérdida de prestigio. En ningún caso debe ser manifestación de la autoridad paterna para condenar o denigrar al niño, solo es aceptable como consecuencia ya anunciada de una conducta no deseada, para limitar formas de conducta no deseadas, pero no para penalizar al niño. El castigo en sí nunca induce a la sensatez; a lo sumo fomenta el miedo o el disimulo.

Tipos de castigo:

  1. físicos: pegar, sujetar del pelo, inmovilizar, sentarlo en una silla, ponerlo cara la pared…
  2. actividad desagradable: copiar, hacer cuentas, limpiar lo manchado…
  3. suprimir una actividad agradable: dejar sin recreo, suspender un premio prometido, quitar puntos, anular una fiesta, no dejar salir…
  4. social: reprimenda, ridiculizar, insultar, colocar el error para que todos lo vean, sentar en el rincón de los torpes
  5. tiempo fuera de refuerzo positivo: aislar al niño de lo que le resulta gratificante

Ridiculizar a un niño o humillarlo, agredirle físicamente con fuerza o con rabia o amenazarle con que puede perder nuestro cariño por su mal comportamiento provoca secuelas en el niño que no se ven, pero que son profundas y difíciles de erradicar.

Un castigo debe suponer una señal para que el niño se dé cuenta de que ha franqueado un límite impuesto a una conducta.

En muchas ocasiones, el límite existe, la conducta es castigada, pero los padres tienen la sensación de que no funciona. Probablemente porque el límite no se pone en el momento adecuado (“hasta la décima no acude”).

Si aplicamos un castigo y después el niño se sale con la suya, no sólo el castigo resulta ineficaz, sino que el niño se acostumbra a castigos desmedidos que no significan realmente nada y cada vez necesitará que sean más contundentes para que sean algo significativos.

El castigo tiene que tener relación con la infracción.

El castigo debe ser aplicado con coherencia y sistematicidad (siempre que se produzca la conducta debe producirse el castigo).

Cuando aplicamos un castigo a una conducta que se repite con demasiada frecuencia es posible que debamos sustituir el sistema por un premio a la conducta contraria.

El castigo es necesario para delimitar ciertas conductas y combinado con el refuerzo o premio de las conductas opuestas (refuerzo de conductas alternativas) a las que queremos cambiar, resulta muy efectivo.

La eficacia de los castigos (a solas) es limitada. Pasado el castigo, la conducta se vuelve a repetir. Es mucho mejor premiar la buena conducta que castigar la mala.

Los castigos ayudan a mantener las conductas ya adquiridas. Los premios a instaurar conductas nuevas.

Las modificaciones que se producen utilizando el castigo o la amenaza del castigo sólo se mantienen mientras esté presente “la persona que puede imponer el castigo” (Ej: conductor y guardia civil)

El castigo no debe ser más perjudicial que la conducta que deseamos eliminar.

Los castigos físicos SOLO se utilizan, de forma moderada, en casos aislados y muy extremos de niños cuyo comportamiento es tan desajustado que el especialista los recomiende.

Lo que consideramos “una bofetada a tiempo” no resulta perjudicial si resulta una medida aislada en la vida del niño, simbólica y no es fruto de la descarga de rabia de los padres..

Algunas formas de castigo son inaceptables sea cual sea la conducta que se desee modificar.

El castigo social puede ser psicológicamente perjudicial para el niño y no contribuye a mejorar la mala imagen que el niño tiene de sí mismo, fruto de la cual se produce su mal comportamiento (el niño trata de compensar sus sentimientos de inferioridad; cuando encuentra a alguien que hace las cosas peor que él se siente tentado a pregonarlo para que puedan ver que él no es el peor. Si le ridiculizamos, solo le estamos diciendo que es tonto y no vale para nada). La humillación engendra depresión y agresividad.

Los castigos físicos y sociales severos e irracionales producen sentimientos de rabia y odio de los niños hacia la persona que los aplica.

Los castigos físicos irracionales o severos generan comportamientos agresivos en los niños y frustración y sentido de culpa en los padres.

Cuando un niño sólo responde a castigos severos debemos pensar que hemos fallado en la forma de imponer la disciplina. No todos los niños son igualmente dóciles, pero la falta de refuerzo positivo hace que dependamos única y exclusivamente del castigo.

La aplicación de castigos sigue una progresión geométrica creciente, es decir, para que un castigo siga funcionando cada vez debe ser más intenso. Como los castigos eliminan la conducta momentáneamente parecen útiles y se siguen aplicando; como es habitual, el niño vuelve a reincidir y el padre vuelve a aplicar el castigo de nuevo. El niño empieza a sospechar que lo importante de un castigo es que “fastidie” y empieza a retar a los padres con frases del tipo “no me ha dolido, me da igual…” El padre entonces impone el castigo de nuevo pero con mayor intensidad. Esto hace que la conducta desaparezca de nuevo hasta la próxima vez, y el ciclo se repite. Llega un momento en que para ser efectivo, el castigo resulta desproporcionado a la conducta que lo originó.

Los castigos sólo son útiles si constituyen un límite para una conducta, si son leves y relacionados con la conducta que se ha infringido y si van acompañados del refuerzo de las conductas positivas contrarias a las que queremos eliminar. Los niños necesitan saber qué pasará si no hacen esto y que pasará si lo hacen. Un límite claro, firme y suave, acompañado de un premio por la conducta contraria les ayudará a adaptarse a las exigencias del entorno. Cuando la regañina o la sanción está más relacionada con nuestra necesidad de descargar tensión que con un criterio educativo claro, es probable que el castigo sea desmedido e ineficaz.

Poner un límite a una conducta no quiere decir fastidiar al niño en otras áreas.

Eliminar una actividad agradable o el tiempo fuera de un refuerzo positivo son dos medidas educativas que se pueden emplear sin miedo y con frecuencia.

Eliminar una actividad agradable debemos tener en cuenta que su supresión no debe perjudicar otras áreas de desarrollo del niño. (Ej: no entrenar a fútbol…)

El tiempo fuera de refuerzo positivo resulta muy útil cuando sospechamos que un niño se porta mal porque desea que todo el mundo esté pendiente de él; entonces hay que llevarlo a un sitio donde no pueda recibir atención de los adultos.

Para que el tiempo fuera funcione, no debe retirarse al niño a ningún lugar que le produzca miedo, de esa forma sería un castigo, y debemos asegurarnos que si el comportamiento del niño empeora, no vamos a poder de intervenir (Ej: fuera de casa, …).

Sobrecorrección:

  • Practicar muchas veces la conducta alternativa y aliviar lo malo que ha hecho
  • Pintar la mesa > lavar todas las mesas
  • Tirar papel > recoger todos los papeles
  • Entrar dando un portazo > volver a entrar sin portazo
  • Dictado > repetir las faltas
  • Pegarse > darse la mano
  • Se refuerza cada vez que da la conducta adecuada.

Costo de respuesta:

  • Es otra forma de castigo como pérdida de un reforzador importante, que no sea el que mantenga la conducta.
  • Si podemos eliminar el reforzador que mantiene la respuesta siempre se aplicará extinción.
  • Si no se puede eliminar porque el reforzador es interno o por poca habilidad paterna, se aplica el costo de respuestas

TÉCNICAS PARA INCREMENTAR CONDUCTAS:

LOS PREMIOS

Los niños aprenden que portarse bien no atrae la atención de su familia tanto como portarse mal. Si esto se repite en varias ocasiones, acaban pensando que portarse mal compensa porque, “te castiga, pero están pendientes de ti”.

Conducta seguida de experiencia agradable = se repita en el futuro la conducta
Conducta seguida de experiencia desagradable = no se repita en el futuro la conducta

Un premio es todo acontecimiento que seguido a una conducta, aumenta la probabilidad de que esa conducta se repita en el futuro.

Normalmente premiamos las buenas conductas, pero en ocasiones, sin darnos cuenta, premiamos de algún modo las malas conductas y éstas se repiten dada vez con mayor intensidad.

Muchos educadores piensan que dar premios a un niño por hacer lo que es su deber, es una buena forma de malcriarlo, caer en un simple chantaje, pero en realidad no es así. Si no tuviéramos que fichar, o si no cobráramos a fin de mes o las horas extras … ¿cumpliríamos igual?

Lo ideal es ajustar el premio al esfuerzo. Por regla general regalamos al niño todo lo que necesita y lo que no necesita, y le pedimos a cambio una serie de responsabilidades. Cuando el niño no cumple con sus responsabilidades, es castigado y cuando lo hace, se da por hecho que está cumpliendo con su deber.

Si los niños consiguen más nuestra atención mediante las regañinas que mediante el buen comportamiento, es probable que sigan portándose mal: “prefiero que me chille a pasar desapercibida”, así el castigo y las riñas comienzan a tener el efecto de un premio (es lo que llamamos “refuerzo negativo”).

Los premios se deben dar para conductas que requieren esfuerzo.
La aprobación se dá para conductas positivas que ya están adquiridas y no requieren esfuerzo especial.

Tipos de premios:

Refuerzo, recompensa o estímulo, es sinónimo de todo aquello que motiva y mantiene una determinada conducta. Se trata de ciertos hechos que aumentan la conducta que les precede, sea en intensidad o en frecuencia.

Los tipos de refuerzos pueden ser varios:

  1. Materiales: cosas concretas como caramelos, juguetes, dinero…
  2. Actividades: practicar algún deporte, ver la tele, jugar con amigos…
  3. Sociales: interacción positiva con otras personas, alabanzas, elogios…

Refuerzos materiales:
– comestibles: dulces, helados, chocolate, pasteles, refrescos, batidos,…
– juegos: crucigramas, rompecabezas, cromos, cartas de rol, tebeos…
– juguetes:
– fichas: puntos escritos que pueden cambiarse por otro tipo de premios

Los premios materiales deben ser secundarios; son mucho más importantes los refuerzos de carácter social (elogio, felicitación,…). Se deben ofrecer como un incentivo adicional y ante cosas especiales o concretas.

Refuerzos sociales:
– atención de los padres: besos, abrazos, guiños, castigos, regañinas
– aprobación de los demás: aplauso en clase, comentarios del profesor, felicitación del abuelo…
– entretenimientos: TV, ir al cine, circo, feria, jugar a la oca, pedir pizza…
– deportes: ir a la piscina, montar en bici, ir al fútbol
– excursiones y/o actividades: ir a merendar, traer a un amigo a casa, ir al zoo…

Todo cuanto haga el niño en sus ratos libres puede emplearse como refuerzo (observe al niño cuando se divierte). Todo aquello que el niño diga que lo motivará, puede emplearse como refuerzo (qué quiere hacer, qué desea, qué necesita…)

Debemos estar preparados para probar diversos refuerzos antes de encontrar uno bueno.

Es difícil determinar qué refuerzos son más útiles en términos generales, debido a la existencia de múltiples diferencias individuales respecto a la eficacia de los diferentes refuerzos. Lo que puede ser estimulante para un niño, no tiene por qué serlo para su hermano, de ahí la importancia de averiguar cuales son los refuerzos más eficaces para un niño en concreto a la hora de llevar con éxito un programa de cambio de conducta.

Para identificar los refuerzos:

  • Observar directamente al niño
  • Preguntar directamente al niño
  • Por ensayo y error.

Los premios deben estar relacionados con la conducta:

· como has comido muy bien, te sentarás en la mesa de los mayores
· como eres responsable y has llegado a tu hora, el próximo día puedes venir media hora más tarde
· como no has perdido nada del estuche, te doy este boli nuevo
· como has trabajado 1 hora sin salir de tu cuarto, puedes ver la TV 15 minutos

Los premios deben ser algo deseado por el niño. No es necesario que sean caros, si lo son puede obtener puntos para conseguirlos.

Un premio demasiado deseado puede crear ansiedad e impedir un buen rendimiento.
Hay que premiar el proceso, más que el fin.

Cuanto más pequeño es el niño más inmediato debe ser el premio. Cuanto más distanciado de la conducta, menos se relaciona con ella.

Un premio conseguido por una conducta no puede servir de castigo por otra conducta distinta. Si hemos prometido un helado por comerse toda la carne, no se lo podemos quetar por pegar a su hermana.

Si el premio no puede ser inmediato, podemos utilizar los puntos.

Al principio , los premios se deben conseguir con poco esfuerzo para que el niño gane confianza en sus propias posibilidades. Después, para conseguir el mismo premio el niño deberá hacer algo más difícil o de igual dificultad, pero durante más tiempo.

Cada conducta que deseamos cambiar debe tener un premio independiente.
Resulta muy útil utilizar a los demás como reforzadores.
Mejor utilizar refuerzos internos como la autosatisfacción, más que los externos como materiales o sociales.
Es mejor utilizar refuerzo social, que material.

La atención es el mejor reforzador. Los niños funcionan por el principio de acción-reacción; parece como si toda su energía se dirigiera a entender cómo funcionan los mayores. Los niños prueban si los límites educativos que les hemos puesto son firmes y estables en el tiempo e independientes del contexto. De todo lo que los adultos pueden ofrecer a un niño, lo que más le interesa es acaparar su atención:

· es estupendo que te hagan caso
· si no te hacen caso es que no te quieren
· si no consigo atención por las buenas conductas, lo haré por las malas
· más vale que me castiguen y sentir que se ocupan de mí, que pasar desapercibido.

Estamos aplicando “atención negativa” (refuerzo negativo):

· cuando no reforzamos las conductas positivas, por leves que sean y sólo nos fijamos en las negativas
· cuando solo le hablamos de deberes, para mandarlo a estudiar, de que ha llegado tarde
· cuando solo vamos a ver al profesor cuando ha sus pendido
· cuando ponemos un profesor particular cuando el curso está mal, no al principio para organizarlo
· cuando está jugando tranquilo en su cuarto y respiramos paz, olvidándonos de él hasta que hace una trastada
· cuando contamos delante de él las malas jugadas que ha hecho, en lugar de lo positivo
· cuando de los resultados de sus esfuerzos solo destacamos lo que le sale mal.

Refuerzo positivo: cuando queremos aumentar la frecuencia de conductas adecuadas, utilizaremos principalmente consecuencias positivas.

  • Se utiliza para aumentar una conducta satisfactoria en el repertorio del niño
  • Después de dar la conducta, inmediatamente damos algo agradable para el sujeto, y así aumentamos la conducta.
  • Si no hay conducta, no se da refuerzo; es decir , si el niño no hace lo que queremos, no hay premio
  • Inmediatamente después de dar la conducta (hacer lo que hemos dicho) hay que reforzar para que aparezca la asociación o conexión entre lo que hago y lo que recibo.
  • Al principio hay que reforzar siempre que se da la conducta.
  • Cuando la conducta ha aumentado su tasa de frecuencia hasta el punto que consideramos que debería estar, se pasa a refuerzo intermitente (unas veces sí y otras no).
  • El refuerzo positivo puro (chicles, juegos…) se aplica en los niños pequeños, luego se añade el refuerzo social, para dejar después solo el refuerzo social. Es mucho más importante el refuerzo social que el material.

El objetivo final es que el sujeto se autorrefuerce cuando ha hecho bien una cosa.

Moldeamiento:

Para que el niño aprenda una conducta nueva se aplica “moldeamiento”; se refuerza la conducta aproximativa, y se refuerzan los pasos hasta llegar a lo que queríamos.

Instigación:

Si el niño necesita ayuda para iniciar el primer paso de esa conducta se introduce la instigación, que es incitarle a iniciar la acción:

  • Se le dice exactamente lo que tiene que hacer para que aparezca la conducta o
  • Se le ayuda físicamente
  • Debe ir desapareciendo

Modelado:

Los niños aprenden muchas habilidades por imitación. Usar un modelo para iniciar una conducta nueva

1. La conducta nueva ha de ser reforzada
2. Si la nueva conducta es muy difícil, podemos dividirla en pasos
3. El modelo es más eficaz si se parece al sujeto, si no es infalible y comete fallos, debe dar la conducta pero no parecer “perfecto”

Contratos con adolescentes.

LO QUE DEBEN HACER LOS PADRES ES:

  1. Prestar atención a los hijos cuando se comporten adecuadamente
  2. Ignorar, cuando sea posible, las conductas inadecuadas.
  3. Pasar el mayor tiempo posible con los hijos
  4. Llevar un registro de conducta de “antes”, “durante” y “después” del intentar modificar una conducta.
  5. Seguir los principios básicos de aprendizaje
  6. Emplear contratos escritos con niños mayores para evitar malentendidos.

LO QUE NO DEBEN HACER LOS PADRES:

  1. No intentar persuadir al hijo mediante argumentos, razonamientos ni sermones.
  2. No amenazar a los hijos
  3. No convertir en hábito el perder el control y recurrir a los gritos cuando los niños se portan inadecuadamente.
  4. No intentar culpar o incomodar al niño mediante acusaciones, reproches, regañinas…
  5. No ejercer el poder físico sobre los niños pegándoles, empujándoles o golpeándoles.
  6. No unir un halago a una crítica (“muy bien pero…”)
  7. Igual que tú puedes modificar la conducta de tus hijos, ellos modifican de forma intuitiva tu propia conducta.

Las normas deben ser muy claras, estar bien definidas, y se adecuadas para cada niño según su edad.

Es importante establecer diferencias entre los hermanos, si no los mayores tiene la sensación de que crecer sólo trae obligaciones (apareciendo conductas regresivas), y los pequeños no desearán crecer porque sus hermanos mayores tiene obligaciones y ningún privilegio, y ellos se benefician de todos los privilegios y no tienen responsabilidades.

No pida cosas que el niño no puede hacer.

Cuando exija al niño, no actúe de forma contradictoria (esto ocurre con más frecuencia si están los abuelos o visitas)

Sea coherente con la aplicación de las normas

Si se prohibe una cosa se prohibe siempre

S”i una situación merece una excepción, explícaselo al niño

No cedas después de muchas súplicas, pensará que se ha salido con la suya

”Si te cuesta mantenerte ante la propia debilidad de los niños, plantéate si estás reaccionando así por tu propia debilidad.

”Los castigos exagerados suelen ponerse en momentos de rabia y son muy difíciles de hacer cumplir. Cuando te sientas descontrolado dile que está castigado y que luego le dirás cual es el castigo, así tendrás tiempo para pensar un castigo más comedido que no te cueste hacer cumplir.

Cuando los padres no estén de acuerdo en la forma de educar a los niños, nunca se debe discutir delante de ellos. De ser así, el niño se sentirá confundido y tentado a utilizarlo en su propio beneficio. Los niños deben percibir en los padres un frente común y coherente.

Evitar centrar la autoridad en uno solo de los padres (“ya verás cuando venga tu padre”). Cada uno de los padres tiene que resolver sus problemas con sus hijos, y luego comentar cómo ha ido con su pareja.

No delegar la autoridad en el otro (Ej: pregúntaselo a tu padre…)

No se desautorice nunca, esto dificulta más el imponernos la próxima vez.

No modifique los castigos una vez anunciados. Esto enseña al niño que si desobedece no pasa nada, que los castigos no son consistentes y que lo único que tiene que hacer es llorar el tiempo suficiente hasta ablandarlos. No apliques un castigo que tú no eres capaz de sufrir.

Trate de evitar situaciones peligrosas: centros comerciales, fiestas largas, esperas en salas de médicos…

Haga la vista gorda cuando no se sienta con fuerzas para mantener un límite que ya ha puesto en otras ocasiones. Antes de poner un castigo debemos estar seguros de que podremos llevarlo a cabo y mantenerlo hasta el final. Si has tenido un mal día o te sientes cansado como para enfrentarte a esto:

Haz la vista gorda si la situación no es muy descarada

”Ponle un castigo que se cumplirá mañana

”Nunca amenaces y luego seas tolerante con la situación

No castigues con algo que no puedas cumplir. Los castigos no son mejores por ser más duros. Hay más dificultad en cumplir un castigo prolongado, seguirá castigado aunque se porte bien, supone un control constante y agotador y no se puede controlar fuera de casa. Los castigos breves e inmediatos permiten que el niño compruebe antes que el castigo se cumple, da la oportunidad de hacer “borrón y cuenta nueva”.

Los castigos deben ser proporcionales a la falta, y no deben implicar una desventaja para toda la familia

Acostúmbrale a pedirte permiso, pero hay que saber que si siempre que nos piden permiso la respuesta es “no”, terminarán no pidiéndolo. Es mejor que la respuesta sea “si” unas veces y otras “no”.

Magdalena Cubel Alarcón.
Psicóloga Clínica Valencia (Benimaclet)

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