La educación moderna está en apuros…
El cansancio, la tecnología y la sobreprotección son elementos que no ayudan en la educación de los hijos. Los padres se encuentran con muchas dificultades a la hora de educar, con las que tienen que lidiar para poder criar hijos responsables y maduros.
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La educación moderna está en apuros…

Cuando digo que la educación moderna está en apuros lo relaciono con algunas de estas observaciones:

– Los padres estamos tan cansados que muchas veces preferimos dar a nuestros hijos lo que quieren en lugar de tener discutir con ellos, sin darnos cuenta que de esa manera perdemos la autoridad y les damos un poder que se volverá en nuestra contra. Darle a los niños todo lo que quieren los va a convertir en pequeños tiranos que seguirán pidiendo cosas hasta que la situación sea insoportable.

– Es frecuente estar en un restaurante y ver en la mesa de al lado unos padres que comen tranquilamente mientras sus hijos molestan al resto de la sala y ellos solo se limitan a llamarlos por su nombre, sin aplicar consecuencia alguna ante los comportamientos inadecuados de sus hijos. Es como si los padres hubieran asumido que los niños son así y que no hay nada que hacer para eliminar su comportamiento. Pero los niños son listos y capaces de comportarse adecuadamente si los padres tienen claro que educar es duro y cansado y no pierden la motivación ni la constancia.

– Antes, los conductores de autobús, los maestros, los vecinos y otros padres solían tener carta blanca para corregir a un niño maleducado. Actuaban como ojos y oídos de la madre y el padre si los niños estaban fuera de su vista, y todo el mundo colaboraba por un interés común: criar de forma adecuada a niños/as. Todo el mundo se volcaba. Pero en la actualidad, si alguien que no es padre del niño en cuestión se le ocurre regañarlo, a los padres no les hace ninguna gracia. Quieren que su hijo parezca el niño perfecto, y por eso no aceptan que los maestros u otras personas digan lo contrario. Montarán en cólera e irán a hablar con el profesor antes que con su hijo por haberse portado mal en clase. Sienten la necesidad de proyectar una imagen perfecta al mundo y, por desgracia, su inseguridad se ve reforzada porque muchos padres se juzgan entre sí. Si un niño se pone a berrear, todas las cabezas se girarán hacia la madre con una mirada reprobadora, en su lugar de ser respaldada, porque hay muchas posibilidades de que el berrinche haya tenido lugar por no haber cedido ante alguna de las exigencias de su niño. Más bien, esos observadores deberían decirle: «Buen trabajo. Sé lo difícil que resulta poner límites, sigue así».

– Las nuevas tecnologías son elementos muy útiles para muchas cosas, pero si son bien utilizados. Si estas tecnologías se utilizan como sustituto de los padres porque suelen estar más ocupados y cansados que nunca, o como elementos de distracción para dejarlos tranquilos, puede traer consecuencias muy graves. Esto no quiere decir que no se puedan utilizar para algunas situaciones, pero no como hábito sin límite de tiempo. Los niños tienen que aprender a ser pacientes. Tienen que aprender a distraerse ellos solos. Tienen que aprender que no todo puede conseguirse «ya» y, si es posible, también tienen que aprender a ayudar en el mantenimiento del orden en la casa. Y esto es trabajo de los padres para conseguir que sus hijos puedan llegar a ser adultos razonables, sensatos y pacientes.

– Cuando se tiene un hijo, es natural que los padres tiendan a cambiar las prioridades y a poner en primer lugar el cuidado de los niños. Sin embargo, los padres de hoy en día han ido demasiado lejos, sometiendo sus propias necesidades y salud mental a las de sus hijos. No pasa nada por utilizar la palabra «NO» de vez en cuando, ni hay nada malo en pedirle a tu hijo que se entretenga solo unos minutos porque mamá quiere usar el baño en privado u hojear una revista, es más, es necesario decir «no» a nuestros hijos para fortalecer su tolerancia a la frustración.

Tristemente si no empezamos a corregir estos puntos aquí descritos, los niños que estamos criando crecerán y se convertirán en adultos arrogantes, egoístas, impacientes y maleducados y lo más grave es que no será culpa de ellos, sino nuestra porque no les habremos enseñado mas que a salirse con la suya sin esperar nada de ellos. Nunca quisimos que se sintieran incómodos ni que sufrieran y por ello cuando es inevitable que sientan alguna molestia, no se ven preparados para afrontarla.

Por tanto, sería bueno que los padres puedan reflexionar a cerca de cuánto pueden exigir a los niños, cuánto esperar de ellos, cuánto tienen que darles, y cuántos límites tienen que establecer para prepararlos para que puedan enfrentarse al mundo real, que es muy diferente del mundo protegido que hemos creado para ellos.

(Adaptado de Emma Jenner)

Magdalena Cubel Alarcón
Psicóloga Clínica Valencia (Benimaclet)

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