Vivir con el síndrome de Intestino Irritable y dispepsia funcional
Este artículo trata de describir cual puede ser la función del psicólogo en el tratamiento del Síndrome de Dispesia funcional y colon irritable.
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Vivir con el síndrome de Intestino Irritable y dispepsia funcional

PERO SI MI PROBLEMA ES DIGESTIVO, ¿POR QUÉ ME ENVÍA A UN PSICOLOGO?

Si está leyendo estas líneas es porque, probablemente, su médico ha decidido que tiene dificultades y ha de afrontarlas acudiendo a un psicólogo. El objetivo de estas líneas es darle a conocer una información acerca de la terapia psicológica que hará, si decide iniciarla, que ésta sea más cómoda y provechosa.

Una terapia es más eficaz cuando la persona sabe lo que está haciendo y porqué. Lo que pretendemos explicarle qué es la Psicología, en qué se basa, cómo funciona, en qué consiste la terapia y cómo podría ayudarle concretamente en su problema.

¿Qué son los problemas emocionales?

Cuando los niños nacen no tienen una personalidad definida. La especie humana es la única que no transmite genéticamente las formas de comportamiento, excepto algunos reflejos (llorar, succionar, prensión). También es la especie con mayor capacidad de aprendizaje.

Ya desde el primer día un niño empieza a APRENDER: aprende a utilizar el llanto para pedir alimento, caricias, atención… Aprende a reconocer caras y expresiones, aprende a preferir tocar determinados objetos, …

Los niños siguen aprendiendo su forma de ser a través de la experiencia: en el colegio, familia, televisión, amigos… Este proceso de aprendizaje continúa día a día. APRENDEMOS SIENDO NIÑOS, ADOLESCENTES, JOVENES, ADULTOS Y ANCIANOS.

La psicología ha demostrado que se puede aprender de varias formas:

==> Por Asociación: después de muchas veces en que una persona tiene ganas de orinar y va al baño, puede ocurrir que sólo entrar en el baño (por ejemplo, para peinarse) le produzca ganas de orinar. Lo que ha ocurrido es que la situación “baño” se ha convertido en la señal del comportamiento de orinar. Este es el APRENDIZAJE POR ASOCIACION O CONDICIONAMIENTO CLASICO.

==> Por Imitación de lo que hacen otros. Un niño puede aprender a pintar viendo cómo su hermano lo hace. Esto es lo que se llama APRENDIZAJE POR MODELOS.

==> Aprendemos aquellos comportamientos que nos causan placer o satisfacción. Un niño puede aprender a enseñar sus trabajos del colegio porque, cuando lo hace, sus padres le felicitan y le prestan mucha atención. Esto se llama APRENDIZAJE POR REFUERZO POSITIVO.

==> También podemos aprender comportamientos que nos sirven para evitar o escapar de situaciones desagradables. Aprendemos a tomar un analgésico porque el tomarlo nos sirve para eliminar (escapar) el dolor de cabeza. Es el APRENDIZAJE POR REFUERZO NEGATIVO.

Todos los comportamientos se aprenden: estamos con nuestros amigos porque lo pasamos bien (refuerzo positivo), evitamos situaciones o personas desagradables porque ese comportamiento nos elimina el malestar de tenerlos que soportar (refuerzo negativo), aprendemos a jugar al fútbol, conducir, manejar un ordenador cuando alguien nos enseña (modelado), nos despertamos antes de que suene el despertador, tenemos hambre a determinadas hora (condicionamiento clásico).

De los comportamientos que aprendemos, unos nos sirven para vivir cómodamente, y otros nos hacen daño. La forma de aprender estos últimos es la misma: un niño aprende a pegar al imitar a un compañero (modelado), aprende a no ir al colegio porque así no hace las tareas escolares (refuerzo negativo), aprende a hacer el “payaso” en clase porque los compañeros se ríen (refuerzo positivo), una persona aprende a tener miedo a algo, porque un día tuvo una mala experiencia (condicionamiento clásico), uno aprende a beber porque pierde la vergüenza y puede hacer más amigos (refuerzo positivo), uno hace un favor, sin desearlo, para no tener que pasar el mal rato que supone decirle a su amigo que no (refuerzo negativo)…

Así, aprendemos a tener miedo, tristeza, enfado, adicciones y cualquier otro problema emocional.

Los PROBLEMAS EMOCIONALES son conductas aprendidas que nos perturban, que no nos ayudan a vivir tranquilamente.

Cuando una persona tiene un problema emocional, no es porque está enfermo, loco o acomplejado, sino simplemente porque no sabe resolverlo de otra manera, y ha APRENDIDO a comportarse de esa forma.

De la misma manera y siguiendo los mismos principios de aprendizaje, una conducta puede DESAPRENDERSE y ser sustituida por otra.

En esto consiste la Psicología clínica: enseñar a desaprender conductas que nos hacen daño y aprender nuevas conductas que nos ayudan a vivir mejor.

¿Qué son las conductas?

Cuando hablamos de conducta no sólo nos referimos a lo que uno hace, sino también a lo que uno piensa y a lo que uno siente. Esto es lo que llamamos los TRES NIVELES DEL COMPORTAMIENTO:

==> Lo que hacemos: CONDUCTA MOTORA
==> Lo que pensamos: CONDUCTA COGNITIVA
==> Lo que sentimos: CONDUCTA FISIOLOGICA

Por ejemplo, una persona con problemas de “dolor” podría comportarse así:

  • A nivel cognitivo, podría pensar cosas como “otra vez, ya estamos igual, ¿nunca voy a estar bien?, ¡esto es horrible!…”
  • A nivel fisiológico o emocional podría notar tensión, dolor, hinchazón, angustia…
  • A nivel motor, probablemente se palparía, se tocaría la zona molesta, tomaría algo para mejorar lo más rápidamente la situación, pasearía o se tumbaría, se quejaría…

Estos tres niveles de conducta no sólo se dan en comportamientos patológicos o negativos, sino en cualquier comportamiento. Las tres respuestas son simultáneas y paralelas en todos los comportamientos humanos.

¿Qué es un psicólogo?

Un psicólogo es un profesional de la conducta humana. Es un especialista en las leyes del aprendizaje, y aplica estas mismas leyes para enseñar nuevos comportamientos que sustituyan a los que nos hacen daño. Es decir, un psicólogo enseña una serie de habilidades, de técnicas, y de estrategias para conseguir que las personas afronten los problemas de forma exitosa hasta superarlos.

El psicólogo trabaja como un entrenador. Un entrenador de cualquier deporte conoce ejercicios, tácticas, técnicas que enseña a sus deportistas para que éstos, progresivamente, las vayan practicando y ensayando hasta dominarlas, consiguiendo, entonces, alto rendimiento deportivo.

El entrenador no corre por el deportista; el psicólogo no se enfrenta al problema del cliente. El entrenador y el psicólogo enseñan COMO manejar las situaciones-problema, pero debe quedar claro que quién “suda” física o psicológicamente es el deportista y el cliente/paciente.

Ninguna terapia funciona si el cliente/paciente no se esfuerza, no participa activamente. Así pues, cuanto más trabaje en si mismo y por la terapia, más eficaz y rápido será.

Juan, era un empresario de 47 años, que padecía SII. Dirigía una gran empresa y todo pasaba por él, “no tenía tiempo ni de respirar”. Cuando vino a la consulta decía tener mucho interés en reducir su malestar porque le impedía desarrollar sus funciones al 100%. Realizada la primera visita, quedamos en vernos una semana después y por su ritmo de vida, su secretaria tuvo que anular por dos veces las visitas, hasta la fecha (de eso hace 5 meses). Juan no llegó a saber cómo tenía que sudar su camiseta.

La terapia no consiste en charlar con tu psicólogo una vez por semana. La terapia consiste en acudir a la sesión una vez por semana a aprender habilidades muy concretas que deberás practicar entre sesión y sesión. Por eso es bueno que sepas ya que siempre vas a llevar “tareas para casa”.

Estas tareas tienen objetivos muy concretos que el psicólogo te irá explicando. Hay tareas que sirven para obtener más información sobre tu problema y suelen hacerse al principio de la terapia: rellenar autorregistros, cuestionarios. Otras tareas consisten en practicar las técnicas que te habrá enseñado: técnicas para controlar tu nerviosismo, o las que necesites según sea tu problema.

Muchas veces nos hemos encontrado con que además de un problema digestivo hay otros problemas emocionales, asociados, que están agravando y empeorando la situación. Por eso es muy importante, antes de iniciar un tratamiento, EVALUAR, es decir, recoger toda la información necesaria para comprender si solo existe un problema físico o también alguno emocional.

Se acuerdan de Carmen, la paciente del Lupus, este es un ejemplo de cómo los problemas emocionales agravan las situación, ya que después de realizar la evaluación se detectó que la paciente tenía una depresión originada por un problema de pareja, que arrastraba desde hacía más de 20 años.

Cuando existen grandes niveles de estrés puede aparecer ansiedad. Por otro lado, la facilidad para emocionarse y para preocuparse puede ser un problema, puede ser un vehículo para que crezca la ansiedad. Y todo esto empeorará o agravará el Síndrome de Intestino Irritable.

A partir de la evaluación, el psicólogo determina cuál es el problema, por qué se mantiene y qué técnicas ha de enseñarle. Por eso cuanto más fiable sea esa evaluación, mejor será la terapia y más pronto solucionará sus problemas.

Cuando el psicólogo tenga toda la información sobre cómo se originó su problema y, sobre todo, cómo se está manteniendo actualmente, pasará a exponérselo para que entienda por qué se encuentra así.

A partir de ahí, le explicará en qué va a consistir su terapia y qué técnicas específicas va a aprender.

El psicólogo le irá enseñando estrategias concretas para superar su problema. Esta técnicas las aprenderá durante las sesiones terapéuticas y, entre sesión y sesión, irá practicando lo aprendido.

En esta fase más que en ninguna otra, es importante la práctica diaria. Acuérdese que “quién suda la camiseta” es Vd. El psicólogo no es un mago, sólo es su entrenador.

Pilar vino a la consulta poco menos que “empujada” por su médico. “No tenía ninguna fé” en el tratamiento psicológico, y según decía en la primera visita “estaba harta de gastarse el dinero” y esto era lo último que pensaba probar. Pese a esto vino a las sesiones que se le indicaron y dedico tiempo diariamente a practicar los ejercicios que se le enseñaron en consulta. Así, en un periodo de 15 días empezó a notar los beneficios de “sudar la camiseta”.

La finalidad de la terapia es conseguir que Vd. mismo controle y decida su propia vida sin depender o necesitar siempre el apoyo de su psicólogo o de la medicación. El objetivo es crear independencia y seguridad, y es en esta fase cuando el psicólogo va soltando las riendas poco a poco para que compruebe que puede enfrentarse a los problemas que temía por si mismo.

Aquí acabaría la terapia, pero no su trabajo personal. Recuerde lo aprendido y úselo cuando lo crea conveniente.

Los pacientes con Síndrome de Intestino Irritable y Dispepsia funcional, los podríamos introducir dentro del apartado de “Dolor crónico”; y el dolor es un fenómeno tanto psicológico como físico.

La gente se da más cuenta del dolor a causa de ciertos factores:

1. Cognitivo – perceptivo (conducta cognitiva):
Las personas con dolor tienden a pensar en él constantemente y de modo catastrófico. Los pensamientos negativos aumentan el dolor, mientras que los positivos lo disminuyen.

2. Emocional (conducta cognitiva):
La experiencia del dolor puede causar una gran cantidad de emociones, especialmente ansiedad. Los sujetos se pueden poner muy nerviosos conforme esperan el comienzo del dolor, lo que solo sirve para intensificar el dolor cuando tiene lugar.

3. Conductual (conducta motora):
Las personas con dolor a menudo manifiesta muchas “conductas de dolor” como quejas verbales, lamentaciones, andar rígidamente, tocarse o frotarse la zona dolorida, tensar los músculos…
Esto sirve como estímulo que les recuerda constantemente que tienen dolor, y además algunas de ellas crean dolor adicional (tocarse, frotarse, andar rígidamente…)

4. Interpersonales:
Las personas con dolor reciben más reforzadores sociales, atención, que provienen de otras personas de su ambiente.
Esto puede convertirse en algo más que un refuerzo social y puede persistir incluso después de desaparecer la base física del dolor.

Todos estos factores son los que se determinarán en la evaluación.

En general, gran parte de la tensión o ansiedad que experimentamos normalmente, en nuestra vida cotidiana, proviene de tensar los músculos, aunque a veces no lo percibimos y cuando lo hacemos es a modo de ansiedad o dolor (cefaleas, contractura muscular…). Esta tensión es justo lo que aumenta las molestias.

Pepa vino a la consulta acompañada por su sobrina y recuerdo como ésta la reñía diciéndole “es que cuando te duele no haces nada, no te mueves, te quedas como un pajarito, inmóvil y agarrotada”.

Si eliminamos la tensión, no agravaremos el proceso de dolor; para ello es importante percibir el comienzo de la tensión y luego interrumpirla, para aprender a detectarla y soltarla. También es muy importante que no vea el dolor como algo negativo y que no lo rechace, sino que lo acepte y pueda impregnarlo de las sensaciones placenteras que obtendrá cuando consiga soltar la tensión.

¿Cuál será el objetivo de la terapia?

Ser conscientes de la tensión y eliminarla voluntariamente. Esto tiene un potente efecto sobre el sistema nervioso. Para poder realizarlo hay que reconocer la tensión, convertirla en relajación profunda y aprender a trasladarla a las situaciones cotidianas. Será necesario que participes activamente practicando a diario durante algunos meses.

Los seres humanos están preparados para responder a la amenaza o a la presión con la respuesta de escape-lucha, parte de esta respuesta implica el aumento de la tensión en los músculos, lo que nos ayuda a hacer muchas tareas de forma más alerta y eficaz.

En circunstancias normales, los músculos no permanecen con un elevado nivel de tensión continuamente, sino que se activan y desactivan de acuerdo con las necesidades de la persona.

Cuando la gente está bajo estrés durante largos períodos de tiempo o cuando no tienen tiempo libre fuera del trabajo, raramente permiten que sus niveles de tensión muscular se reduzcan, y la tensión tiende a mantenerse durante períodos largos. Estas personas no pueden reconocer la tensión o son incapaces de relajarse. La tensión interfiere en sus tareas, están irritables, nerviosas, se sienten presionadas, pero no notan que están tensas.

Se tienen más probabilidades de estar ansioso, excesivamente preocupado o de desarrollar síntomas físicos asociados con la tensión ( dolores de cabeza, de espalda, preocupación incesante, molestias digestivas…) cuando el cuerpo está en un continuo estado de tensión.

El objetivo de la tensión muscular es aumentar la alerta y la facilidad de tu cuerpo para responder. Si está más alerta de lo necesario aparecerá la ansiedad. La tensión constante hace a la gente hipersensitiva y que responda a situaciones o pensamientos insignificantes como si fueran verdaderamente amenazantes.

Aprendiendo a relajarse, uno gana control sobre las sensaciones de ansiedad y por tanto no aumenta las molestias propias de Síndrome de Intestino Irritable, ni de la Dispepsia Funcional.

Los cambios corporales que podremos obtener son:

– mente tranquila
– reducción de la segregación de hormonas
– disminución de la velocidad de la respiración necesitando menos oxígeno
– la tasa cardiaca y la presión arterial se reducen
– el sudor decrece considerablemente
– los músculos se relajan

Estos cambios aplicados en situación de riesgo, en los que sabemos que normalmente se incrementan nuestras molestias, nos ayudarán a poder llevar mejor la situación y a no tocar fondo, ni desesperarnos por culpa del malestar.

¿Recuerdan a Pilar, “la mujer de poca fe” en el tratamiento psicológico? Después de practicar durante un mes los ejercicios me llamó muy contenta “sabes –dijo- estoy realmente contenta; nunca pensé que esto pudiera llegar a ayudarme tanto”. Tuve que acudir ayer a hacerme una gastroscopia y pensé “voy ha hacer lo que mi psicóloga me ha enseñado” y realmente funcionó, apenas sentí molestias y los médicos me felicitaron por lo buena paciente que había sido”.

Cuando Pepa volvió, después de 15 días de hacer los ejercicios regularmente, ella no describía grandes cambios en su comportamiento, pero su sobrina sí. Estaba menos irritable, ya no se enfadaba cuando la corregían, el temblor de las manos había disminuido y tenía mejor color de cara. Era capaz de levantarse, recoger su casa y salir a comprar. Eso sí, le seguía gustando que la mimaran.
Es importante dejar claro que reducir los síntomas de ansiedad no va a curar nuestro Síndrome de Intestino Irritable, ni Dispepsia funcional, ya que existe un problema físico real, pero va a mejorar nuestra forma de enfrentarnos a él y nuestra calidad de vida.

Magdalena Cubel Alarcón
Psicóloga Clínica de Valencia (Benimaclet)
Diciembre 2002.

Este artículo lo podéis encontrar en un capítulo del libro «Vivir con el síndrome de Intestino Irritable y dispepsia funcianal» del Dr. Escartí Carbonell; Ne-Person, 2003, ISBN 9788495973061

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