Qué es necesario para no devolver a un niño?
Cuando los padres no están preparados para recibir y aceptar a un niño con todas las mochilas que él trae, es posible que se frustren y piensen en devolverlo al sistema, causando un nuevo abandono. Crear un sentimiento de pertenencia bidireccional es fundamental para poder realizar una adopción con éxito.
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Qué es necesario para no devolver a un niño?

Uno de los problemas más graves que pueden alterar la dinámica de las familias con niños adoptados puede ser, que los padres no puedan o no sepan manejar las conductas agresivas de estos niños o las conductas inapropiadas (desobediencia, robos, indisciplina…).

La agresividad suele aparecer cuando el niño no consigue lo que quiere, cuando se frustra, y los padres sienten que no son capaces de poder manejar la situación y también se sienten frustrados y sin fuerzas, de manera que la estabilidad familiar se pone en riesgo y la convivencia es imposible.

Los padres se sorprenden y no entienden el comportamiento del niño y buscan causas en la situación actual, pero ese comportamiento puede estar conectado con la situación a la que el niño ha estado sometido antes de estar con esta familia,

Los padres pueden empezar un «calvario» buscando soluciones, y los profesionales es fácil que los etiqueten con diagnósticos como «hiperactividad», «trastorno de personalidad», «trastorno antisocial»…

Hay que tener muy en cuenta la historia del niño antes de poner ninguna etiqueta, hay que tener en cuenta el marco relacional, lo que la familia espera del niño y si es capaz de renunciar a esas expectativas para aceptar al niño que tienen delante.

La capacidad de la familia para adaptar lo que esperan del niño que van a recibir, y el niño real que reciben, con sus demandas, sus peculiaridades, su historia, origen y la relación que sean capaz de establecer con él, será clave a la hora de que el niño se pueda integrar con éxito o no.

En algunos casos, los padres no pueden establecer una buena relación, debido a que lo que no esperaban del niño, les supera. La imagen interna idealizada que tenían del niño antes de llegar les impide poder acoger al niño que ha llegado. Ese niño que reclama un sitio en el mundo, que necesita un lugar de pertenencia, una familia con la que sentirse identificado y que le identifique, que respete su historia y que la entienda. Y tristemente las expectativas se convierten en guiones no negociables, en mandatos a cumplir y en impedimentos de poderse acoplar con el niño.

Cuando esto sucede, los padres pueden pensar que se han equivocado y en ocasiones pueden querer devolver al niño al sistema.

Estos niños, aunque han recibido cuidados y protección, se han sentido ajenos a su nueva familia; bien porque se han sentido cuestionados, bien porque han tenido la sensación de no estar a la altura de lo que sus padres adoptivos esperaban o bien porque percibían la vergüenza que los padres sentían hacia ellos en su actitud ante comentarios sobre la adopción.

Habitualmente no se han sentido sostenidos por sus padres, no han sentido que aclaraban sus dudas, aliviaban sus miedos y preocupaciones.

Estos niños suelen encontrar la aceptación, valoración, pertenencia y comprensión fuera de sus familias adoptivas.

De aquí se puede inferir lo importante que es que los padres sean una figura segura, confiable, capaces de cuidar, educar, que puedan integrar al niño en la familia y que se produzca un sentimiento de pertenencia mutua.

Estas características son fundamentales a la hora de plantearse una adopción. Si no hay sentimiento de pertenencia, no hay adopción.

Para el niño, pertenecer, tener una identidad, un ser, un lugar en el mundo, puede llegar a ser, en un momento de su ciclo evolutivo más relevante que ser «bien cuidado» (Juan Alonso Castilla Galán).

Para evitar que los niños puedan ser devueltos y no se sientan de nuevo abandonados, es importante contemplar las necesidades de apego, las necesidades de aceptación y las necesidades de pertenencia a lo largo del ciclo vital de la familia adoptiva.

(Adaptado de Juan Alonso Casililla Galán)

Magdalena Cubel Alarcón

Psicologa Clínica Valencia (Benimaclet)

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