Adolescencia, ¿una buena época para tomar decisiones?
Este artículo trata de mostrar las características más llamativas del proceso de la adolescencia y comentar algunas recomendaciones que pueden llevar a los padres a estar más cerca de sus hijos en este proceso de transición llamado adolescencia.
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Adolescencia, ¿una buena época para tomar decisiones?

(Artículo de opinión)

La adolescencia es una etapa por la que necesariamente pasamos en la transformación de niños a adultos. Es un momento de cambios físicos y “crisis” personales, donde se debe dejar de lado la relación de dependencia que se tuvo en la niñez para asumir las riendas de tu vida, lo que puede suponer rebeldía, desafío, insatisfacción, confusión inquietud y ambivalencia.

Algunos padres describen los comportamientos de sus hijos adolescentes con frases como estas:
– Miente mucho
– Deja la habitación desastrada
– Nunca tiene bastante con la hora que le marcamos
– Cuando no tiene lo que quiere amenaza o insulta
– Solo le interesa el ordenador
– No colabora en casa
– Siempre quiere estar solo
– Pasa siete horas en el baño
– Solo está pendiente del pelo
– Está apático, no parece importarle nada
– Se ha vuelto sordo, no hay forma de que haga lo que le mando
– Solo sabe decir “no me agobies”…

Para poderse autoafirmar, el adolescente se tiene que “oponer” para sentirse diferente de sus padres. La sensibilidad está a flor de piel y lo mismo necesitan mimos, que no nos pueden ver. Sueñan para transformar la realidad, viven para cuidar su imagen, quieren estar constantemente perfectos, aunque su visión de la estética no tenga nada que ver con la nuestra.

Se rebelan contra el sistema de valores de los adultos, nos achacan falta de comprensión y que no les dejemos ser independientes. Necesitan ser considerados, aprobados por los demás y sobre todo por sus iguales y esto es más importante que agradar a su familia.

Se han de ir acostumbrando a todos los grandes cambios físicos que va a sufrir su cuerpo. Si estos cambios surgen demasiado pronto o demasiado tarde, con respecto al resto del grupo, les puede generar mucha inseguridad y angustia. Además, su crecimiento emocional no va parejo a su crecimiento físico, la madurez física precede a la psíquica, lo que implica tener un cuerpo de adulto con una mente no tan adulta, y esto favorece que nos desesperen y nos desorienten actuando unas veces de forma muy madura y otras de forma infantil, lo que hace que les pidamos que actúen como adultos, en cuanto a responsabilidad, pero les tratamos como a niños en cuanto a darles libertad.

Es un periodo en el que deben tomar decisiones muy importantes para su futuro, como decidir que carrera van a elegir, en el que la sociedad les da la posibilidad de elegir si quieren ser madres/padres si se quedan “embarazados”, en la que la sociedad les permite “denunciar” a sus padres o profesores, si creen que están actuando de una forma negativa, en la que, como dice Emilio Calatayud (Juez de Menores de Granada) “todo son derechos y ninguna o muy pocas obligaciones”. Y yo me pregunto si en esta época de cambios, de confusiones y de inestabilidad emocional, están realmente preparados para poder tomar toda esta serie de decisiones tan importantes, si necesitan nuestro apoyo y supervisión o si se les puede dejar que elijan y decidan sin tener nuestra opinión. Es un proceso complicado cuyos resultados dependerán del tipo de educación que como padres les hayamos dado durante toda la infancia hasta llegar a este momento.

Si hemos aplicado recomendaciones como las descritas a continuación, será más fácil la maduración adecuada de nuestro adolescente:
– no contradecir las normas
– actuar de la misma forma todos los dias para no perder credibilidad
– mantener las decisiones que se toman, auque después nos den mucha pena
– no exigir lo que no somos capaces de hacer nosotros
– mantener el control, no dejarnos llevar por la ira, enfado o agresividad; nos puede hacer aplicar consecuencias desmedidas
– ser tolerante con las pequeñas cosas y exigir las fundamentales
– mostrar interes por todas sus acciones y convesaciones, no hacer como que te escucho mientras veo la TV …
– no olvidar que como niños, es “su obligación” intentar imponer su criterios aprovencahdose de nuestras debilidades, por lo que debemos ser constantes y no claudicar
– valorar y hablar más de lo positivo que de lo negativo, esto hará que tenga ganas de agradar y que tenga un buen concepto de él mismo.

Hasta este punto, educar a nuestros hijos puede haber sido difícil, pero educar a nuestros adolescentes todavía lo es más, sobre todo porque las estrategias que hasta ahora nos habían funcionado, probablemente ahora las tendremos que adaptar y modificar.

La regla por excelencia con el adolescente es la “negociación”. Al adolescente ya no se le puede obligar a nada, el necesita participar, y muchas veces (si se les escucha) proponen soluciones con respecto a su comportamiento mucho más sensatas que las que nosotros solemos aplicar.

Hay que aplicar las reglas contando con su participación con respecto a la responsabilidad que se le va a pedir, que va a obtener a cambio al cumplirla y si no la cumple que consecuencias va a tener. Si él participa y acepta la “negociación”, no será necesario ir detrás de él recordándole las normas, solo habrá que aplicar las consecuencias y él las aceptará de mejor agrado que si le son impuestas sin haber contado con él.

Recuerda:
– no les des órdenes porque sí
– anímalo a participar en las decisiones familiares
– educa con tu ejemplo, si te retiras a controlarte cuando te enfadas le podrás pedir a él que haga lo mismo
– ofrecele tu experiencia, pero recuerda que “tiene derecho” a aceptar o rechazar tu consejo
– prestale atención sin agobiarle
– no intentes controlarlo en todo momento… que sepa que confías en el
– crea un clima familiar de ayuda, comunicación y afecto
– realiza alguna actividad con él, que le interese a él
– enseñale a resolver los problemas cotidianos
– dedícale un tiempo, prestale atención y no le interrumpas mientras habla
– evita darle sermones
– hablale en positivo
– intenta no alarmarte ni enfadarte cuando exprese su opinión sobre temas difíciles, aunque no coincida con tu punto de vista
– haz comentarios respetuosos, sin ofenderle ni humillarle
– procura no utilizar palabras como “siempre”, “nunca”, o “todo” para describir su comportamiento, son generalizaciones que anulan lo poco positivo que haga
– ponte en su lugar para intentar comprender lo que te cuenta
– recuerdale sus cualidades y elógiale cuando lo merezca
– evita compararlo con sus hermanos o amigos, porque a la larga provoca frustración
– dejalo que tome decisiones para demostrarle que confias en su capacidad de elección
– dale responsabilidades acordes a su edad, pero recuerda que a mayor responsabilidad, mayor libertad
– enseñalo a organizarse y a proponerse metas claras que pueda conseguir
– no lo culpabilices y acepta que puede equivocarse, esto es necesario para aprender de los errores, y siempre se necesita una segunda oportunidad
– educalo para enfrentarse a las criticas, para que acepte las justa y se defienda, con buenos modales de las injustas
– pidele perdon cuando te equivoques o cuando te alteres más de la cuenta
Si somos capaces de mantener mayoritariamente una actitud positiva, siguiendo la linea de estas recomendaciones, la adolescencia no será una etapa complicada ni tortuosa.

Magdalena Cubel Alarcón
Psicóloga Clínica de Valencia (Benimaclet)

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