Apego desorganizado
Apego desorganizado
Estos niños son víctimas del terror que provocan situaciones de malos tratos en los que sienten que no existe ninguna estrategia organizada útil para poner fin a las situaciones en las que es violentado (golpeado, insultado, vejado…) o tratado de manera altamente incongruente, quedando al amparo de los cambios mentales (y consiguientemente conductuales) de los cuidadores principales. El terror le invade y ninguna estrategia le resulta eficaz. No puede ni aproximarse ni evitar o escapar de la figura de apego que le daña). Contiene en su expresión características tanto de los apegos evitativos, como ansioso-ambivalentes e incluso seguros. Pero sin un orden coherente. A veces, no le queda más opción que la de congelarse y disociarse como único modo de defenderse del colapso mental que supone quedar a merced de una situación maltratante.
El apego desorganizado no lo muestra siempre el niño, sino que éste es un funcionamiento que tiene lugar bajo determinadas circunstancias. Y que en la medida que va creciendo el niño, la manera que tiene de poder organizar toda esa desorganización interiorizada de los modelos parentales es la de desarrollar apegos controladores (punitivos o complacientes) que tienen como fin tener bajo control a la figura de apego y el entorno que le rodea.
La conducta de apego desorganizada en el niño sería el resultado del maltrato ejercido por una parentalidad o unos cuidadores con algunas de estas características:
Pérdida o traumas no resueltos:
Las memorias traumáticas no resueltas, abusos y pérdidas padecidas no elaboradas en los cuidadores pueden conducir a serias disrupciones en la conducta de cuidados al niño que pueden estresarles, aterrorizarles y confundirles. Los padres de los niños con apego desorganizado tienden a mostrar lapsos en su discurso y razonamientos hacia el niño, creencias incompatibles o repentinas imágenes sensoriales. Esto puede impedir confortar y calmar al bebé cuando su sistema de apego está activado.
Aterrorizar al niño y cuidados extremadamente insensibles:
Tratar rudamente al niño, comportamiento sumamente retraído o comportamientos que le induzca miedo o terror está asociado a la aparición de un comportamiento de apego desorganizado. Que el cuidador falle en responder para calmar el estrés del niño, que no responda a la búsqueda de contacto, ignorar su llanto, no responder a las vocalizaciones e intentos de comunicación del niño o no intervenir cuando éste corre riesgo porque su conducta entraña un peligro para él. La intrusividad física también es una conducta que puede desorganizar como por ejemplo, interacciones demasiado cercanas, vigorosas e intensas físicamente hacia el niño. También se incluye la rudeza y la conducta agresiva hacia el niño.
Conducta parental desconectada:
- Aterrorizar y amenazar al niño
- Conductas que meten miedo al niño
- Conductas que indican ensimismamiento (parar la expresión, congelar el rostro y tornarlo inexpresivo o manejar al niño como si fuera un objeto inanimado) o estados de conciencia alterados en los cuidadores
- Interactuar con el niño de manera temerosa o apocada, sumisa, de manera deferente o con conductas sexualizadas/románticas
- Conductas desorientadas/desorganizadas en el adulto: conductas contradictorias, vocalizaciones contradictorias, conductas que desorientan, posturas o movimientos anómalos…
Función reflexiva del cuidador;
Consiste en ser capaz de leer e interpretar adecuadamente los estados internos del niño y sus manifestaciones y conductas, de tal manera que éstos estados se reflejen sin invadir.
A través de esta función estos niños aprenderán a interpretar las intenciones de los demás y desarrollarán un comportamiento donde sus intenciones y emociones permanecen. Los factores de riesgo anteriores darían como resultado una función reflexiva alterada.
Como resultante de todo lo anterior, aparecerán situaciones de maltrato y una probabilidad alta de aparición de apego desorganizado en el niño.
Cuando la función reflexiva se hace mal, el bebé no aprenderá a conocer y contener sus emociones y entender las intenciones de los demás. El niño no será capaz de regularse ni de comprender bien las intenciones de los demás.
Los niños con apego desorganizado tienen manifestaciones, en la superficie, en la conducta observable, similares a las del TDAH pero sus déficits están a nivel de vinculación, coherencia de la mente y estados disociativos (desconectarse de uno mismo y de sus propios estados internos), que no están presentes en el TDAH. La impulsividad y la tendencia a la conducta desregulada más compartidas por el TDAH y el apego desorganizado. Existe una alta proporción de niños adoptados que provienen de experiencias de apego subóptimas que son diagnosticados de TDAH, pero a menudo se ignora la evaluación del apego.
Si los padres mentalizan mal a sus hijos las probabilidades de un maltrato aumentan en combinación con otros factores de parentalidad de riesgo.
El apego desorganizado se asocia a los trastornos de personalidad y a los trastornos disociativos en la vida adulta.
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