Las tres verdades.
1.- El primer pensamiento es la idea de saber que «lo que es, es.»
Esto implica la aceptación de que los hechos, las cosas, las situaciones son como son.
La realidad no es como a mi me convendría que fuera.
No es como debería ser
No es como me dijeron que iba a ser
No es como será mañana
La realidad de mi afuera es como es.
El cambio sólo puede producirse cuando somos conscientes de la situación presente. Solo puedo iniciar mi camino desde mi punto de partida, y esto es aceptar que las cosas son como son.
2.- La segunda idea es «yo soy quién soy».
Yo no soy quien quisiera ser
No soy el que debería ser
No soy el que mi mamá quería que fuese
Ni siquiera soy el que fui
Yo soy quien soy
Toda la patología psicológica proviene de la negación de esta frase. Todas nuestras neurosis comienzan cuando tratamos de ser quienes no somos.
… todo empezó aquel día gris en que dejaste de decir orgulloso… YO SOY QUIEN SOY… y entre avergonzado y temeroso bajaste la cabeza y cambiaste tus palabras y actitudes por un terrible pensamiento: YO DEBERIA SER…
y si es difícil aceptar que yo soy quien soy, cuánto más difícil nos es, a veces, aceptar la tercera derivación del concepto «lo que es, es»…
3.- «tú eres quién eres», es decir:
Tú no eres quién yo necesito que seas
Tú no eres el que fuiste
Tú no eres como a mi me conviene
Tú no eres como yo quiero
Tú eres como eres
Aceptar eso es respetarte y no pedirte que cambies. Me gusta definir el verdadero amor como la desinteresada tarea de crear espacio para que el otro sea quién es.
Esta primera verdad es el principio de toda relación adulta.
Se materializa cuando yo te acepto como tú eres y percibo que tú también me aceptas como soy.
La segunda verdad es «nada que sea bueno es gratis».
Si algo recibo de fuera, si algo bueno me está pasando, si vivo situaciones de placer y de goce es porque me las he ganado. He pagado por ellas, me las merezco. Asumir esto es abandonar la idea de que alguien debe darme algo porque sí, porque yo lo quiero. Que la vida tiene que procurarme lo que deseo «solo porque lo deseo», de pura surte, mágicamente.
La tercera verdad es que nadie puede hacer todo lo que quiere, pero cualquiera puede NO hacer NUNCA lo que NO QUIERE.
Me repito a mi mismo: «nunca hacer lo que no quiero». Si soy un adulto, nadie puede obligarme a hacer lo que no quiero hacer. Cuando uno se atreve a decir «no» empieza a descubrir algunos aspectos desconocidos de sus amigos: la nuca, la espalda y todas esas otras partes que se ven sólo cuando el otro se va.
Jorge Bucay
Adaptado por Magdalena Cubel Alarcón
Psicóloga Clínica de Valencia (Benimaclet)
Agosto 2011
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