Pepe Tortuga. Cuento para aprender a controlarse
A veces tus padres o el profesor pueden pedirte que hagas algo y cuando no lo haces se enfadan.
Cuando sucede esto tú te pones furioso porque piensas que ellos te tienen manía. En esta situación es bueno que recuerdes cómo solucionan las tortugas sus problemas. ¿Sabes lo que hacen? Pues se meten en su caparazón.
Te voy a contar lo que hizo una tortuga llamada Pepe en una situación difícil.
“Pepe, a veces hacía las cosas muy bien, pero otras olvidaba hacer lo que debía. Bien, un día los padres le dijeron que recogiera sus juguetes antes de irse a la calle. Pues bien, Pepe se olvidó, tú ya sabes que las tortugas pueden olvidarse a veces de las cosas, y se fue a jugar con un amigo. Entonces oyó cómo le llamaba su madre y decidió no hacerle caso porque no quería que le riñera otra vez, y corrió al menos tanto como pueden correr las tortugas, que ya sabes que no es mucho.
Por la carretera llegó a casa del viejo señor tortuga, el más sabio del lugar. Cuando el señor Tortuga vio a Pepe le preguntó por qué estaba tan triste, y Pepe le contó lo que le había pasado y le explicó que, a veces, se portaba mal sin saber por qué.
El señor Tortuga le sonrió y le dijo que comprendía lo que le había contado porque hacía mucho tiempo, antes de que fuera tan sabio él también se enfadaba cuando hacía cosas que no estaban bien. Pepe se sorprendió y le preguntó cómo había aprendido a portarse bien. El señor Tortuga le dijo: “bien Pepe, he aprendido a utilizar mi protección natural, es decir, mi caparazón”.
El señor Tortuga le contó a Pepe que había aprendido a dominarse en las situaciones difíciles metiéndose en su caparazón, respirando profundamente y relajándose.
Entonces pensaba en la situación en la que se encontraba y en la forma de solucionarla.
Después se planteaba cuatro o cinco ideas e imaginaba lo que sucedería si ponían en práctica cada una de estas cosas. Finalmente seleccionaba la mejor. Así llegó a ser muy sabio.
Pepe se entusiasmó realmente con la idea. Corrió tanto como pudo y cuando llegó a casa oyó que su madre le llamaba con voz de enfado; Pepe se acercó a ella y le dijo que sentía el haberse marchado pero que había estado hablando con el señor Tortuga y le había explicado cómo tenía que hacer las cosas. Dijo ¡mira! Y se metió en su caparazón, se relajó y empezó a sonreír. Después recogió los juguetes, como le había dicho su madre.
Pepe siguió practicando cómo solucionar las situaciones difíciles hasta que verdaderamente lo hizo bien.
¿Cuándo piensas que podrías hacer lo mismo que Pepe? ¿Has tenido últimamente algún problema? Vamos a hablarlo tú y yo…
Magdalena Cubel Alarcón
Psicóloga Clínica Valencia (Benimaclet)
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