¿Qué pasa en el interior de una persona con TCA?
Una de las frases más esperanzadoras que le oigo a mi amiga y compañera Gema García Marco es «de los TCA se sale». Y digo esperanzadora porque esta enfermedad es muy dura y dañina, no solo para la persona que está metida en ella, sino también para su familia. En muchas ocasiones la situación familiar agrava y mantiene el problema y en otras el problema desestabiliza a la familia.
En el enlace que os incluiré al final, para que podáis leer el artículo que escribió en el blog de Jose Luis Gonzalo Marrodan, Buenos tratos, describe la enfermedad como un gran iceberg, donde los síntomas son la punta del mismo, que esconde un montón de secretos por descubrir que serán los verdaderos problemas a resolver. Y al final se podrá observar una niña herida (normalmente son mujeres) rodeada de un montón de estrategias que le han ayudado a sobrevivir, ser vista, sentirse reconocida…, en el mejor de los casos. Y todas estas estrategias han sido buenas en algunos momentos, porque le han servido como defensas para poder lidiar con su dolor; un dolor provocado por algunas experiencias que han podio o han sido traumáticas como:
- Inversión de roles (parentalización o apego invertido)
- Relaciones de maltrato
- Bullying
- Hospitalizaciones
- Experiencias vitales adversas que han sido más grandes de lo que ellas podían soportar.
Si las personas con TCA han sufrido experiencias como las descritas en el último punto, es muy probable que dentro de ellas se produzca una «desintegración» de su yo y que aparezcan varias «partes» que le ayuden a proteger el sistema. Así aparecen “Dentro del mundo interno del paciente fuerzas opuestas: las partes heridas queriendo ser escuchadas y atendidas y las partes impulsivas y controladoras tratando de evitar el dolor” (Manuel Hernández, 2017).
Gema nos describe las principales partes de estas/os pacientes según Natalia Seijo:
- la niña que nunca lo fue
- la niña que nunca pudo crecer
- la piraña (o autocrítica negativa)
- el yo rechazado
- yo escondido
Y sobre todo nos recuerda, que pese a que es un camino muy duro vale la pena acompañar a las personas que están inmersas en este sufrimientos porque con un tratamiento adecuado pueden recupera las ganas de vivir, la capacidad de regular sus emociones y cuidar de si mismas, llorar sus duelos y hacer las paces consigo mismas, con su cuerpo y su historia.
Os dejo el enlace donde podéis obtener el artículo original.
Magdalena Cubel Alarcón
Psicóloga Clínica Valencia Benimaclet
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