Una talla no define quien eres…
Todos necesitamos sentirnos vistos y reconocidos en la vida. Esta es una necesidad del ser humano que nace en la infancia. Necesitamos sentirnos importantes para los que nos rodean, sentir que están orgullosos de nosotros, que les parece bien lo que hacemos, que nos apoyan en nuestras decisiones, que aunque con limites… nos empujan a seguir.
Si no ha podido ser así, o no hemos podido ser vistos como necesitábamos, podemos pasar gran parte de nuestra vida buscando esa mirada de reconocimiento en los demás, esa mirada que me hace sentir que existo, que soy importante, que no estoy sol@. Y si no la encontramos podemos empezar a rechazarnos por dentro y por fuera.
Nuestra experiencia nos lleva a rechazarnos si nos hemos sentido rechazados, a juzgarnos si nos hemos sentido juzgados, a maltratarnos si nos hemos sentido maltratados
Si hablamos del cuerpo, quizá hayamos tenido una familia en la que la imagen era crucial, o una madre que le daba mucha importancia a la figura y al peso. O quizá tus cuidadores fueron muy críticos y aprendiste que «nada es suficiente», «que no eres lo suficientemente buen@». O quizá has sufrido un dolor inmenso al sentirte humillad@ y rechazad@ por los demás. O quizá te sentiste tremendamente sol@ cuando te hicieron sentir que no encajabas y creíste que era culpa tuya, que no merecías ser querid@. O quizá sufriste algún tipo de abuso (sexual, de poder…) o violencia y el cuerpo fue el vehículo del dolor y la vergüenza.
Si con todo esto no fuera suficiente, además vivimos en una sociedad que nos hace creer que el éxito y la felicidad residen en la apariencia física, por lo que has podido caer en la trampa de pensar que ni no eres feliz o si las cosas no te van bien, la culpa es tuya por no estar suficientemente delgad@ o no ser suficientemente guap@.
Pero todo esto no es culpa tuya; es fruto de tus circunstancias.
Tu cuerpo no tiene la culpa de haber nacido en esa familia, tu no tienes la culpa de haber nacido en esa generación, tu no tienes la culpa de lo que importa en la sociedad.
Tu no tienes la culpa de lo que te tocó vivir, tu no tienes la culpa de ese sufrimiento, tu no tienes la culpa de la frustración, de las creencias o las necesidades de los demás.
Aprendiste a tratarte así a través de los demás, pero ahora, si quieres, puedes tener la responsabilidad de poder cambiar la forma en la que te tratas, puedes dejar de pagar con tu cuerpo la frustración, tristeza, impotencia y rabia que sientes con algunos aspectos de tu vida. Puedes dejar de controlar las emociones a través de la comida y puedes hacer algo diferente para dirigir tu vida en lugar de controlar tu cuerpo.
Por que por el hecho de ser tu mism@ ya eres únic@.
Por que eres suficientemente buen@ si te esfuerzas cada día lo máximo que puedes, midiendo tus fuerzas.
Por que eres importante por el hecho de existir.
Por que eres dign@ de ser querid@ por el hecho de ser una persona.
Y todo esto no lo podrás sentir por el hecho de pesar «X» kilos o tener una talla determinada. Un peso o una talla jamás decidirá quién eres tú o cuánto vales. Esto lo decidirá la persona en la que te hayas convertido o en la que te quieras convertir; lo decidirán tus hechos, la forma de tratarte a tí mism@ y a los demás.
En definitiva si no cambias la mirada que tienes hacia tí mism@ y te miras con aceptación y compasión, nunca encontraras la paz interior, y vagaras por la vida buscando esa mirada de aceptación incondicional en los demás, que nunca llegará a no ser que puedas mirarte a tí mism@ con la mirada que necesitaste y que entonces, nadie te pudo dar.
Adaptado de Gema García Marco
Magda Cubel Alarcón
Psicóloga Clínica Valencia Benimaclet
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