¿Estrés? Reacción entre una persona y su cuerpo.
Aprender a vivir es muy importante; habitualmente las situaciones de la vida cotidiana son lo suficientemente difíciles para que encima tengamos que añadir acontecimientos que nos hagan aumentar la dificultad.
En la actualidad, la situación económica por la que atraviesa el país, ha hecho que muchas familias tengan dificultades para poder llegar a fin de mes, pagar el alquiler o la hipoteca, e incluso comer. Al igual que a otras, que quieren empezar un proyecto de futuro “independizándose”, y que la situación les empuja a un periodo de miedo e inseguridad.
Este tipo de “situaciones” pueden llegar a desestabilizar emocionalmente a la persona si se prolongan por un tiempo indeterminado, dónde no se ve el final ni la solución satisfactoria. De manera que se puede entra en un proceso donde se esté permanentemente en alerta. Esta situación hace que las personas se sientan desbordadas, ansiosas e incluso deprimidas, pero lo que están pasando es una situación muy “estresante”.
La palabra “estrés” forma parte de nuestro vocabulario cotidiano y es frecuente oír entre las conversaciones de la gente “estoy muy estresado”, pero realmente
¿sabemos qué es el estrés?
Definir el estrés resulta bastante difícil ya que puede conceptualizarse de distintas formas. No obstante a nivel general el ESTRÉS es una relación particular entre una persona y su entorno, producto de cómo este entorno es evaluado, ya que si se ve como amenazante o desbordante para nuestros recursos producirá una tensión que puede poner en peligro nuestro bienestar. Desde este punto de vista, una mala situación económica ¿puede ser lo suficientemente desbordante o amenazante como para llegar a pasarnos factura? Todo dependerá de la interpretación que cada uno haga de esa situación.
Pero ¿qué le pasa a nuestro cuerpo cuando estamos estresados?
A corto plazo, podría pensar que estoy sufriendo estrés si noto síntmas como:
- irritabilidad
- molestias digestivas
- fumar más
- dificultades en la concentración
y a largo plazo:
- dolor de cabeza
- alteraciones en el sueño
- estar más enfermo de lo normal (enfriamientos, dolores …)
- volverse más reservado y apático
- pasar a tener síntomas depresivos
- pasar de la apatía a la explosión
Se puede pasar desde la apatía, falta interés, baja productividad, inquietud, posponer tareas, y dificultades de concentración a la baja autoestima, sentirse abrumado, tener olvidos frecuentes, fatiga, cometer muchos errores, discurso negativo hacia uno mismo…
Todos estos síntomas, si no se resuelve la situación en un plazo de tiempo razonable, pueden convertirse en “trastornos de ansiedad y/o depresión”, puede hacer que la persona viva con una sensación de miedo e inseguridad permanente, e incluso puede llegar a tener estallidos emocionales y conductas agresivas.
Si las personas no tienen recursos personales para poder enfrentarse a todo esto puede utilizar algunas vías de escape inadecuadas, que en lugar de mejorar solo consiguen agravar la situación, como abuso de sustancias (alcohol, tabaco,…), evitar obligaciones, pasar más tiempo de lo debido en Internet, impulsividad y absentismo.
A veces es la baja tolerancia a la frustración lo que nos puede hacer tener estas reacciones. La sociedad actual nos enseña que “todo es posible”, “que hay que tener un buen coche, una buena casa, un buen sueldo…” y lo peor es que “hay que tenerlo YA”. Si desde niños, en la educación que nos han dado nuestros padres, no nos han entrenado en tolerar la frustración esto puede ser un motivo suficiente para que la situación de “no poder tener la casa de mis sueños, o el coche que me gusta” nos desborde y provoque en nosotros síntomas de ansiedad y/o depresión, o que nos evadamos de la realidad entrando a vivir en una realidad virtual.
De ahí que sea tan importante no dar todo lo que nos piden nuestros hijos “porque sí”, sin esfuerzo. Para ser un adulto maduro, es importante que nos hayan dicho a veces “no” a determinadas cosas durante nuestra infancia.
En estas situaciones lo más importante es no perder el control y no permitir que los pensamiento irracionales nos invadan. Estos pensamientos son automáticos e involuntarios, creíbles y enfáticos, rápidos y catastrófico, que impiden que se pueda utilizar la lógica, llevándonos a focalizar en lo negativo, personalizar la situación, pensar en términos de todo o nada (blanco o negro), generalizar y usar en exceso expresiones como “debería, tendría que…”
Hay que afrontar la situación con serenidad buscando qué posibles soluciones se pueden aplicar en este momento actual, “hoy y ahora”, sin anticipar qué pasará en el futuro (ya que esta anticipación va a aumentar la ansiedad y va a dificultar poder encontrar soluciones aceptables).
Es muy importante también mantener un orden del día, donde no nos invada la apatía y la inercia. No podemos abandonarnos ni física ni mentalmente, tenemos que intentar luchar cada día en función de lo que las posibilidades de cada uno, sin compararnos con los demás.
Magda Cubel alarcón
Psicóloga Clínica Valencia (Benimaclet)
(Centro Psicológico MCA)
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