Recibiendo una carta de «ansiedad».
Cuando tenemos crisis de ansiedad la tendenia es a querer evitar los síntomas. Esto no nos ayuda a reducir las crisis, al contrario, suele provocar más. Las crisis de ansiedad son la forma que tiene el cuerpo de llamar nuestra atención a cerca de que algo va mal, y si no lo escuchamos, insistira más fuerte.
ansiedad, intranquilidad, nervios, control
322
post-template-default,single,single-post,postid-322,single-format-standard,stockholm-core-1.2.2,select-theme-ver-5.3,ajax_fade,page_not_loaded,wpb-js-composer js-comp-ver-5.5.5,vc_responsive

Recibiendo una carta de «ansiedad».

¡Hola! Soy la ansiedad, no te asustes… vengo en son de paz, por cierto, ¿por qué te asustas tanto ante mi presencia?
Digo, sé que te sientes mal cada vez que aparezco, que te desesperas y quisieras mandarme a paseo, sé que si pudieras… me ahogarías, sobre todo porque crees que soy yo la que te quiere hacer daño, pero créeme, si no te he matado, no lo voy a hacer.

No estoy aquí para hacerte daño, y mucho menos para volverte loco/a, creo que ya lo has comprobado cada vez que llego a tu cuerpo, te asusto, pero al final del día… no te he matado y no te has vuelto loco/a. Si pudiera, lo haría, pero esa no es mi idea.

La verdad es que aparezco y te hago sentir todo eso porque no había logrado encontrar otra manera de hacerme escuchar por ti, estabas tan ocupado tratando de ser exitoso, productivo y de demostrarle a los demás que eres digno de ser amado… que no escuchabas mis pequeñas señales. ¿Recuerdas esa vez que te dio un dolor de cabeza? ¿O cuando tuviste insomnio por más de 2 horas? ¿O qué tal esa vez que sin razón aparente te soltaste a llorar? Bueno, pues todas esas veces era yo tratando de que me escucharas, pero no lo hiciste, seguiste con tu ritmo de vida, seguiste con tu misma manera de pensar… Entonces intenté algo más fuerte, hice que te temblara el ojo, que se te taparan los oídos y que te sudaran las manos… pero tampoco me quisiste escuchar.

Los dos sabíamos que sentías mi presencia, por eso que cuando te quedabas tranquilo/a…, en soledad… te empezabas a poner nervioso/a, como si algo te impidiera quedarte quieto. Te desesperabas, porque no “entendías” con tu mente racional lo que estaba pasando, y claro, con tu mente racional no me ibas a entender.

Por eso me he decidido a escribirte. Y te felicito si estás leyendo lo que te digo, porque significa que ya tienes el valor de escucharme, y créeme, nadie mejor que yo sabe de tu gran habilidad para evitarme y salir corriendo, huyendo de mí como huirías del monstruo en el bosque oscuro.

Como esas veces que me evitas y te distraes embobándote horas con la televisión, viviendo las vidas de otras personas que ni conoces para no enfrentar que la tuya no te gusta. O qué tal, de esas veces que con un par de cubitas lograbas adormecer tus nervios e inquietud; y ni qué decir de esas otras substancias que más allá de adormecerte, te fugan de esta realidad que no quieres enfrentar.

Pero bueno, espero que ahora estés listo/a para enfrentar tu realidad y escucharme por fin. Espero que estés listo/a para afrontar la verdad de tu vida y de ti mismo/a tal y como es, sin máscaras, sin atajos… sin evitaciones.

Lo único que llevo tratándote de decir todo este tiempo, es que… ya es tiempo de evolucionar, necesitas hacerlo, no hay otra forma.

Necesitas crear cambios muy profundos dentro de ti, pues por alguna razón, en realidad no estás disfrutando de tu vida y no te sientes pleno/a. Por eso yo estoy aquí, para ayudarte a recuperar esa plenitud que vive dentro de ti, y para lograrlo, tendrás que deshacerte de lo que te impide hacerlo.

Estoy aquí para ayudarte a ver precisamente qué te impide contactar con el sentido de tu vida, con tu pasión por vivir, con tu alegría y con tu verdadero ser que es tu esencia. Cada vez que yo aparezca en tu vida, será porque por ti mismo no te has dado cuenta que no estás siendo pleno y feliz, o porque estás evitando algo, así que si vuelvo a aparecer, no te asustes… mejor agradéceme que llegué y escúchame.

Y si realmente me escuchas, no tardarás en hacer los cambios que necesitas hacer en tu vida, los harás de inmediato, claro, eso si realmente quieres sentirte bien de nuevo, todo depende de qué quieras. Y se que sí quieres, pero a la vez sé que quieres seguir en tu confort y en tu comodidad por vivir con lo “conocido”, aunque eso conocido te haga daño.

Prefieres seguir buscando la aprobación y aceptación de los demás, haciendo hasta lo imposible por llamar su atención; buscando seguridad en otras personas menos en ti; prefieres que los demás sean responsables de tu persona que tú mismo, y claro, te entiendo, todos quisiéramos regresar a la barriga de nuestra mamá y despreocuparnos de todo.

Necesitas asumir que eres responsable de ti y que solamente tú me podrás escuchar, y cuando me escuches y yo vea que ya me hiciste caso, créeme que me iré. Solamente tú puedes hacer que me vaya. Y eso es algo muy importante, me iré cuando vea que estás haciendo esos cambios en tu vida, cuando vea que estás en camino a tu evolución y que estás dispuesto/a a crecer y recuperarte a ti mismo/a. Mientras no lo hagas… aquí seguiré.

En definitiva, si hoy estoy aquí, es porque me necesitas. Necesitas de mi para modificar tu manera de interpretar tu realidad, la cual dejame decirte que está un poco distorsionada. Necesitas deshacerte de creencias que no te ayudan y que solo te limitan; necesitas perdonar todo ese enfado que guardas y perder el miedo que sientes para recuperar tu libertad.

Y sobre todo, necesitas de mí para hacer lo que te gusta de la vida, para ser tú mismo, y perder el miedo al rechazo o abandono de los demás. Necesitas de mí para ponerle límites a las personas que te hacen daño; para que tengas valor y aprendas a decir que “no”; para que dejes de mendigar amor con quien no te merece; para que dejes de depender de la existencia de tu pareja para ser feliz; para que de una vez por todas… ¡cuides tu cuerpo!

¿De qué otra manera habrías hecho caso a tu cuerpo? Necesitas darle el alimento que necesita, dejar de criticar tu físico y haz ejercicio con él; haz que sude y que se mueva, ten tus hormonas al día y duerme las horas que necesitas.

¿Por qué te exiges tanto? ¿De qué te sirve si tienes toda la capacidad que necesitas para crear tu propia realidad? Te tratas como tu propio esclavo, eres demasiado severo contigo mismo… y por eso te pido que dejes de hacerlo.

Así que ya sabes… si realmente quieres que me vaya, toma el timón de ti mismo, pregúntate qué has hecho que te ha sacado de tu equilibrio interior. Pregúntate realmente cómo quieres vivir y lucha por esa vida, es tu vida, y solamente tú puedes decidir sobre ella…

El único control que puedes tomar es el de ti mismo, pero para recuperarlo, tendrás que aceptar que lo has perdido. Necesito que me escuches cuando me notes, pues te hablo a partir de todos los  síntomas tan horribles que me inventé. Y recuerda que si me reprimes y te distraes cada vez que llego… no podré hablarte y vendré más fuerte.

Así es que la próxima vez que me notes llegar, ¡para!, cierra los ojos… siente todo lo que te estoy diciendo, apaga tu mente racional por un momento, déjate llevar… y siénteme, entiéndeme. Después, empieza el cambio en tu vida con acciones claras y específicas, y cuando menos te des cuenta, me habré ido.

Espero no tener que llegar muchas veces más en tu vida, pero si lo hago… recuerda que no quiero lastimarte, quiero ayudarte a que recuperes tu propio camino de evolución, el camino que si lo tomas, te hará mucho muy feliz.

Y ya para terminar, ojalá que puedas verme como lo que soy: tú esencia.

Soy tú mismo gritándote con desesperación que me escuches por favor. Así es que hola, yo soy tú, hablándote desde el fondo de tu corazón, desesperado, tocándolo para que me prestes atención, lo que sientes no es taquicardia, soy yo, tu esencia, que quiere salir de ahí.

Con cariño, tu esencia disfrazada de ansiedad.

Adaptado por Magdalena Cubel Alarcón
Psicóloga Clínica Valencia (Benimaclet)

No Comments

Post a Comment