¿Cuáles son los errores más frecuentes que pueden cometer los padres al educar?
Lo que hace felices a los niños en la infancia no es lo mismo que les hará felices en la adolescencia, ni tampoco en la edad adulta.
Habitualmente, no queremos que nuestros hijos se caigan, y eso nos lleva a no dejarles experimentar la adversidad, les allanamos el camino. apartamos cualquier obstáculo con tal de hacerles la vida más fácil.
En cambio, la adversidad forma parte de la vida, y nuestros hijos tendrán que enfrentarse a ella para poder desarrollar las habilidades necesarias para poderlas afrontar. Así que, aunque parezca que les estemos haciendo un favor, en realidad les estamos obstaculizando el camino, su crecimiento. Estamos anteponiendo las recompensas a corto plazo sobre el bienestar a largo plazo.
Una frase que podría resumir esto es “Tus hijos no tendrán éxito gracias a lo que hayas hecho por ellos, sino gracias a lo que les hayas enseñado a hacer por sí mismos» (Ann Landers)
Y la pregunta es ¿acaso estamos impidiendo que nuestros hijos sean felices de mayores por el hecho de protegerles de la infelicidad cuando son pequeños?».
Según el psiquiatra Paul Bohn: «Muchos padres hacen lo que sea con tal de evitar que sus hijos sufran cualquier tipo de incomodidad, ansiedad o decepción; cualquier cosa poco agradable. Y, como consecuencia, cuando se hacen adultos y experimentan las frustraciones normales de la vida, piensan que el mundo se les viene encima, que hay algo que va mal, muy mal».
Una buena filosofía sobre la paternidad dice así: «Prepara a tu hijo para el camino, no el camino para tu hijo».
Dicho esto, el mismo psiquiatra propone una lista con los diez errores más comunes que cometen los padres en la actualidad, con la que estoy totalmente de acuerdo:
Error nº 10: Adorar a nuestros hijos.
Desvivirse mucho por los hijos, centrarse completamente en ellos, hace que nuestros hijos estén encantados, y a nosotros no nos importa porque disfrutamos y su felicidad es la nuestra. Nos entusiasma hacer cualquier cosa por ellos, comprarles cosas, cubrirles de amor y de atenciones.
No obstante, creo que es importante tener en cuenta que nuestros hijos han sido creados para ser amados, no idolatrados. Por tanto, cuando les tratamos como si fueran el centro del universo, creamos un falso ídolo. En vez de un hogar centrado en los niños, deberíamos intentar centrarnos más en el cariño, la comprensión y el respeto. Así, nuestros hijos se sentirán queridos, pero entenderán que en el amor, el altruismo va por encima del egoísmo.
Error nº 9: Creer que nuestros hijos son perfectos
Error nº 8: Vivir a través de nuestros hijos.
Si nos implicamos demasiado en sus vidas, nos resultará más complicado ver dónde acaban ellos y dónde empezamos nosotros. Cuando nuestros hijos se convierten en una extensión de nosotros, puede que los veamos como nuestra segunda oportunidad. Pero, no se trata de ellos, sino de nosotros. Llega un momento en el que su felicidad empieza a confundirse con la nuestra.
Error nº 7: Tratar de ser el mejor amigo de nuestro hijo.
Si quiero hacer bien mi trabajo, tengo que aceptar que se enfaden y que a veces no les gusten mis decisiones.tratar de ser el mejor amigo de nuestro hijo solo puede llevar a una permisividad excesiva, y a tomar decisiones desesperadas por temor a no contar con su aprobación. Esto no es amor, sino necesidad.
Como dice Emilio Calatayud, Juez de menores de Granada, «si eres el amigo de tu hijo, lo dejas huérfano».
Error nº 6: Entrar en una competición por ser el mejor padre.
Creo que los niños tienen que esforzarse y entender que los sueños no se cumplen así como así, que para ello tienen que trabajar y luchar.
No obstante, si fomentamos una actitud de ganar cueste lo que cueste y les permitimos que empujen a otros niños para conseguir ser los primeros, la cosa se nos está yendo de las manos.
Error nº 5: Olvidarnos de lo maravilloso que es ser niño.
A veces, nos olvidamos de dejar que nuestros hijos se comporten como niños y disfruten de su infancia.La presión sobre los niños comienza demasiado pronto. Hay que dejar que disfruten y crezcan a su propio ritmo, así que, en primer lugar, deben explorar sus intereses sin miedo al fracaso y, en segundo lugar, no tienen que sentirse agobiados. La infancia es un momento de juegos y de descubrimientos. Cuando metemos prisa a los niños, les estamos robando una etapa inocente por la que nunca volverán a pasar.
Error nº 4: Criar al hijo que queremos, y no al que tenemos.
Como padres, nos creamos una imagen propia de nuestros hijos. Sin embargo, los niños suelen seguir su propio modelo y, además, desconfiguran los nuestros. Al final, son como nunca los imaginamos. Nuestro trabajo consiste en descubrir sus dones innatos, y en tratar de guiarlos por el buen camino. Ante todo, inculcarles nuestros propios sueños no va a funcionar. Solo si entendemos quiénes y cómo son, podremos tener un impacto en sus vidas.
Error nº 3: Olvidar que los hechos pesan más que las palabras.
Si quiero que mis hijos sean estupendos, yo también tengo que aspirar a lo mismo. Tengo que ser la persona que espero que sean ellos, he de modelarles con mi ejemplo.
Error nº 2: Juzgar a otros padres… y a sus hijos.
Independientemente de lo mucho que difieras en la forma de educar que tienen otros padres, no es tu misión juzgarlos. Nadie es completamente bueno ni completamente malo; todos somos un poco de todo, todos luchamos contra nuestros propios demonios.
Error nº 1: Subestimar el CARÁCTER.
El carácter, la fibra moral y una brújula interna son los cimientos que forman la base para un futuro feliz y saludable. Si queremos fomentar el carácter, la confianza, la fuerza y la resiliencia, tenemos que dejar que los niños se enfrenten a las adversidades y que experimenten el orgullo que se siente al salir reforzado de una situación difícil.
Es complicado ver a nuestros hijos caer, pero a veces es necesario. En ocasiones, hay que preguntarse si intervenir se encuentra entre las mejores opciones , más importante que cualquier boletín de notas o que cualquier trofeo que ganen. Hay un millón de formas de querer a nuestros hijos, pero, a la hora de buscar su felicidad, conviene ser conscientes de que a veces la pena a corto plazo será recompensada con creces por los beneficios en el futuro.
Se trata de ir cambiando de posición. En la edad preescolar vamos delante de ellos, para ir pasando a estar junto a ellos la infancia, para estar detrás de ellos en la adolescencia. Se trata de poder ayudarlos a levantarse cuando se caen, no de impedir que se caigan.
Magdalena Cubel Alarcón
Psicóloga Clínica Valencia (Benimaclet)
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