¿Podría ayudarme un psicólogo?
Si estás leyendo estas líneas es porque, probablemente, tiene dificultades y has decidido afrontarlas acudiendo a un psicólogo. El objetivo de este artículo es explicarte qué es la ciencia de la Psicología, en qué se basa y cómo funciona, así como qué son los problemas emocionales y en qué consiste la terapia desde una orientación cognitivo-conductual.
¿Qué son los problemas emocionales?
Cuando los niños nacen no tienen una personalidad definida. La especie humana es la única que no transmite genéticamente las formas de comportamiento, excepto algunos reflejos (llorar, succionar, prensión). También es la especie con mayor capacidad de aprendizaje. Ya desde el primer día un niño empieza a APRENDER: aprende a utilizar el llanto para pedir alimento, caricias… Aprende a reconocer caras y expresiones, aprende a preferir tocar determinados objetos, …
Los niños siguen aprendiendo su forma de ser a través de la experiencia: en el colegio, familia, televisión, amigos… Este proceso de aprendizaje continúa día a día. Aprendemos siendo niños, adolescentes, jovenes, adultos y ancianos.
La psicología ha demostrado que se puede aprender de varias formas:
- ==> Por Asociación: después de muchas veces en que una persona tiene sed y va a la nevera a por agua fría, puede ocurrir que sólo abrir la nevera (por ejemplo, para coger cualquier cosa al cocinar) le produzca ganas de beber agua. Lo que ha ocurrido es que la situación “baño” se ha convertido en la señal del comportamiento de orinar. Este es el APRENDIZAJE POR ASOCIACION O CONDICIONAMIENTO CLASICO.
- ==> Por Imitación de lo que hacen otros. Un niño puede aprender a pintar viendo cómo su hermano lo hace. Esto es lo que se llama APRENDIZAJE POR MODELOS.
- ==> Aprendemos aquellos comportamientos que nos causan placer o satisfacción. Un niño puede aprender a enseñar sus trabajos del colegio porque, cuando lo hace, sus padres le felicitan y le prestan mucha atención. Esto se llama APRENDIZAJE POR REFUERZO POSITIVO.
- ==> También podemos aprender comportamientos que nos sirven para poder escapar y/o evitar situaciones desagradables. Aprendemos a tomar un analgésico porque el tomarlo nos sirve para eliminar (escapar) el dolor de cabeza. Es el APRENDIZAJE POR REFUERZO NEGATIVO.
Todos los comportamientos se aprenden por uno o varios de estos procedimientos: estamos con nuestros amigos porque lo pasamos bien (refuerzo positivo), evitamos situaciones o personas desagradables porque ese comportamiento nos elimina el malestar de tenerlos que soportar (refuerzo negativo), aprendemos a jugar al tenis, conducir, manejar un ordenador cuando alguien nos enseña (modelado), no despertamos antes de que suene el despertador, tenemos hambre a determinadas hora (condicionamiento clásico).
Así como aprendemos comportamientos adecuados o que nos sirven para vivir cómodamente, también aprendemos comportamientos que nos hacen daño. Los mismos principios de aprendizaje anteriores rigen para estas conductas: un niño aprende a pegar al imitar a un compañero (modelado), aprende a no ir al colegio porque esto le libera de las duras tareas escolares (refuerzo negativo), aprende a hacer el “payaso” en clase porque los compañeros se ríen (refuerzo positivo), una persona aprende a tener miedo al ascensor porque un día asoció el malestar con la situación “ascensor” cuando quedó atrapado en él durante unos minutos (condicionamiento clásico), uno aprende a beber porque le sirve para hacer más amigos (refuerzo positivo), uno deja su coche sin desearlo para escapar del malestar de tenerle que decir a su amigo que no (refuerzo negativo)…
Así, aprendemos a tener miedo, tristeza, enfado, adicciones y cualquier otro problema emocional.
Los PROBLEMAS EMOCIONALES son conductas aprendidas que nos perturban, que no nos sirven para vivir felizmente.
Cuando una persona tiene una fobia, una depresión, un problema emocional, no es porque está enfermo, loco o acomplejado, sino simple y realmente porque ha APRENDIDO a comportarse de esa forma.
De la misma manera y siguiendo los mismos principios de aprendizaje, una conducta puede DESAPRENDERSE y ser sustituida por otra.
En esto consiste la Psicología clínica: enseñar a desaprender conductas que nos hacen daño y aprender nuevas conductas que nos ayudan a vivir mejor.
¿Qué son las conductas?
Cuando hablamos de conducta no sólo nos referimos a lo que uno hace, sino también a lo que uno piensa y a lo que uno siente. Esto es lo que llamamos los TRES NIVELES DEL COMPORTAMIENTO:
- ==> Lo que hacemos: CONDUCTA MOTORA
- ==> Lo que pensamos: CONDUCTA COGNITIVA
- ==> Lo que sentimos: CONDUCTA FISIOLOGICA
Por ejemplo, una persona que lo pasa mal cuando habla delante de mucha gente podría comportarse así:
– a nivel cognitivo, podría pensar cosas como “voy a hacerlo mal”, “hago el ridículo”, “voy a tartamudear”…
– a nivel fisiológico o emocional podría notar taquicardia, sonrojo, calor, temblores… ansiedad.
– a nivel motor, evitaría hablar en público o hablaría lo mínimo y lo más rápidamente posible para escapar de la situación.
Estos tres niveles de conducta no sólo se dan en comportamientos patológicos o negativos, sino en cualquier comportamiento. Al conducir, las personas, además de mover el volante y cambiar las marchas (comportamiento motor), también piensan: la dirección hacia donde van, atienden a las señales de tráfico (comportamiento cognitivo) y sienten cierto nivel de activación, alerta (comportamiento fisiológico).
Las tres respuestas son simultáneas y paralelas en todos los comportamientos humanos.
¿Qué es un psicólogo?
Un psicólogo es un profesional de la conducta humana que aplica las leyes del aprendizaje para enseñar nuevos comportamientos que sustituyan a los que nos hacen daño. Es decir, un psicólogo enseña una serie de habilidades, de técnicas, y de estrategias para conseguir que las personas afronten los problemas de una forma más adaptativa.
El psicólogo trabaja como un entrenador. Un entrenador de atletismo conoce ejercicios, tácticas, técnicas que enseña a sus atletas para que éstos, progresivamente, las vayan practicando y ensayando hasta dominarlas, consiguiendo, entonces, alto rendimiento deportivo.
El entrenador no corre por el atleta, el psicólogo no se enfrenta al problema del cliente. El entrenador y el psicólogo ENSEÑAN COMO manejar las situaciones-problema, pero debe quedar claro que quién “suda” física o psicológicamente es el atleta y el cliente.
Ninguna terapia funciona si el cliente no se esfuerza, no participa activamente. Así pues, cuanto más trabajes en ti mismo y por la terapia, más eficaz y rápido será.
La terapia no solo consiste en charlar con tu psicólogo una vez por semana. La terapia consiste en acudir a la sesión a aprender habilidades muy concretas que deberás practicar entre sesión y sesión. Por eso es bueno que sepas ya que será habitual llevar “tareas para casa”.
Estas tareas tienen objetivos muy concretos que el psicólogo te irá explicando. Hay tareas que sirven para obtener más información sobre tu problema y suelen hacerse al principio de la terapia: rellenar autorregistros, cuestionarios. Otras tareas consisten en practicar las técnicas que te habrá enseñado: técnicas para controlar tu nerviosismo, los pensamientos depresivos, para manejar las habilidades de relación con los demás, para tomar decisiones o las que necesites según sea tu problema.
Es bueno que preguntes y comentes sin temor tus dudas o pegas. Cuanto más entiendas el porqué de cada paso de la terapia, más motivado estarás y mejor trabajarás en ella.
Fases de la terapia
Consta de 4 fases:
1. EVALUACION:
Consiste en recoger toda la información necesaria para comprender el problema del cliente, cómo se originó dicho problema y por qué sigue teniéndolo en la actualidad.
Suele consistir en varias sesiones de entrevista en las que el psicólogo te irá preguntando datos sobre tu vida relacionados con el problema. El número de sesiones es variable, entre 2 y 4. En estas entrevistas el psicólogo te irá dando tareas para obtener información directa en el mismo instante en que ocurra o lo más pronto posible. Puede pedirte que te observes esa semana y que apuntes algunas cuestiones concretas, o puede pedirte que rellenes un cuestionario, o puede intentar observar él mismo esos comportamientos, o muchas cosas más.
Debes ser lo más sincero y objetivo que pueda, y esforzarte por hacerte comprender. El psicólogo te irá resumiendo la información que le vas dando. Corrígele en lo que no sea exacto, completa lo que le falte y asiente cuando proceda.
A partir de la evaluación el psicólogo determina qué técnicas ha de enseñarte. Por eso cuanto más fiable sea esa evaluación, mejor será la terapia y más pronto solucionarás tus problemas.
2. HIPOTESIS:
Cuando el psicólogo tenga toda la información sobre cómo se originó tu problema y, sobre todo, cómo se está manteniendo actualmente, pasará a exponértelo de la misma forma que él se lo explica a sí mismo.
A partir de ahí, y desprendiéndose directamente de la hipótesis, te explicará en qué va a consistir tu terapia y qué técnicas específicas vas a aprender. Esta fase dura habitualmente una sesión.
3. TERAPIA:
El terapeuta te irá enseñando estrategias concretas para superar tu problema. Estas técnicas las aprenderás durante las sesiones terapéuticas y, entre sesión y sesión, irás practicando lo aprendido.
A medida que las vayas dominando, las empezarás a aplicar en tu vida diaria. No te asustes, el trabajo es progresivo. Nunca se te pedirá algo que el psicólogo no esté seguro de que puedes realizar.
Quizás se decida contar con el apoyo de alguna persona significativa para ti. Si éste es el caso, el psicólogo te pedirá permiso para contactar con él o ella. Se le explicará y entrenará para que actúe como co-terapeuta.
En esta fase más que en ninguna otra, es importante la práctica diaria. Acuérdate que “quién suda la camiseta” eres tú. El psicólogo no es un mago, sólo es tu entrenador.
4. SEGUIMIENTO:
Cuando ya apliques con éxito lo aprendido en terapia en tus situaciones difíciles, y el problema empieza a desaparecer entonces el psicólogo y tú acordaréis distanciar las sesiones en que os veis.
La finalidad de la terapia es conseguir que tú mismo controles y decidas tu propia vida sin depender o necesitar siempre el apoyo de tu psicólogo. El objetivo es crear independencia y seguridad, y es en esta fase cuando el psicólogo va soltando las riendas poco a poco para que compruebes que puedes enfrentarte a los problemas que temías por ti mismo.
Aquí acabaría la terapia, pero no tu trabajo personal. Recuerda lo aprendido y úsalo cuando lo creas conveniente.
Preguntas más frecuentes que podrías hacerle a un psicólogo.
¿Se puede cambiar?
Sí. No somos iguales que hace unos años, hemos cambiado de opinión sobre muchas cuestiones al pasar el tiempo, hemos llegado a apreciar a alguien que al principio no nos caía bien. Vamos aprendiendo y desaprendiendo, olvidando las cosas.
Pueden cambiar las creencias, los gustos, el físico, los sentimientos, la forma de actuar, etc… Pueden cambiar incluso espontáneamente. Si dirigimos ese cambio, será más rápido y en la dirección deseada.
¿Si cambio, dejaré de ser yo?
En terapia vamos a intentar modificar sólo aquella parte de nosotros que nos hace daño. El cambio terapéutico supone un aprendizaje de nuevas conductas más sanas y útiles para manejar ciertas situaciones que te resultan difíciles. Tu personalidad permanecerá, sólo habrá que cambiar lo que te perturbe: determinados pensamientos irreales, respuesta fisiológicas de tensión exagerada, o actuaciones poco eficaces.
El psicólogo te explicará qué conductas hay que modificar y porqué, así como qué nuevas conductas te va a enseñar y todo el proceso que seguiréis.
El cambio no es mágico, ni repentino; supone deseo de cambiar, esfuerzo y trabajo constante. Tú no te sentirás otra persona, sino al contrario, serás más tú mismo al eliminar aquellos problemas que no te dejaban “crecer” como persona.
¿Si todo se aprende, por qué dos hermanos son diferentes?
Excepto los reflejos e instintos con los que nacemos y una potencialidad básica heredada (facilidad para aprender, reactividad del sistema nervioso, vulnerabilidad a ciertas enfermedades y, por supuesto, la estructura física), todo se aprende y se desarrolla. Incluso lo heredado, dependiendo de cómo se potencie, en qué circunstancias, alimentación, enfermedades, accidentes, posibilidades económicas, educativas, entorno, etc… va a cambiar mucho según los aprendizajes a los que uno se ve sometido.
Aunque es evidente que dos hermanos comparten un montón de aprendizajes comunes, es igualmente cierto que sus aprendizajes respectivos no son idénticos. Incluso la propia forma en que los padres aprenden a educar a sus hijos mientras los educan. Así pues, su experiencia, habilidad y circunstancias de la vida son diferentes en cada uno de sus hijos. Además, cada uno de los hermanos va a clases distintas, tiene distintos amigos y un sinfín de experiencias particulares. Esto explica que sean distintos.
¿Se lo tengo que contar todo a mi psicólogo?
En la fase de Evaluación, cuando el psicólogo está obteniendo toda la información que necesita para entender el problema que te trae a consulta, te hará preguntas, te hará rellenar algún cuestionario y registro. Debes ser muy sincero al contestar ya que un falseamiento de los datos puede conducir a una mala evaluación y a una terapia menos efectiva.
Pero eso no quiere decir que tu psicólogo deba conocer toda tu vida, ni todo tu pasado ni todo lo que te rodea en el presente, ni todos tus proyectos futuros. Solo le interesan aquellos aspectos que se relacionen con tu problema, nada más.
El psicólogo se limitará a investigar detalladamente los elementos antecedentes y consecuentes de tu conducta-problema; y es ahí donde necesita tu colaboración más exacta. Otros ámbitos de tu vida no es necesario que los conozca, de hecho, él mismo será quien guiará la información que le vas dando hacia el área-problema, y no a otro aspecto.
¿Es bueno que tome fármacos?
Los fármacos alivian el malestar, y en este sentido funcionan, pero no te enseñan la forma de enfrentarte y solucionar tu problema.
Si ya estás tomando algún psicofármaco, coméntalo con tu psicólogo, pero no dejes de tomarlos de repente. La terapia psicológica puede desarrollarse aunque tomes medicación, y cuando ya hayas aprendido las estrategias de enfrentamiento, pediremos a tu médico que vaya reduciendo la medicación hasta llegar a cero. Seguiremos aún con la terapia para lograr que puedas dominar y controlar tu vida sin fármacos.
¿Cuándo debo acudir a un psicólogo?
- Cuando existe dolor emocional, en forma de emociones negativos intensas como depresión, miedo, pánico, cólera, desesperanza…
- Cuando se ve afectada una o variar áreas de tu vida: relación con tu pareja/familia, diversiones, trabajo, descanso, alimentación, proyectos, calidad de vida, salud…
- Cuando una persona significativa en tu vida (familiar, amigo) se ve afectada por el problema y/o apunta la necesidad de buscar solución.
- Cuando otros especialistas (médicos, abogados…) nos aconsejan la necesidad de buscar tratamiento psicológico.
- Cuando después de seguir un tratamiento psicofarmacológico, los resultados no son todo lo satisfactorios que deseas.
Con sólo una de estas razones puedes decidir acudir al psicólogo. El evaluará y concluirá si puede ayudarte.
¿La psicología es diferente de otras disciplinas?
La psicología es una ciencia relativamente joven, sobre todo en nuestro país.
Un psicólogo no es un médico. La psicología clínica, tanto en su objeto de estudio (la conducta del hombre), como en sus medios de evaluación y tratamiento (terapia psicológica), como en detalles formales (tiempo, esfuerzo, periodicidad), es muy diferente de la medicina.
La psicología trabaja con problemas emocionales (fobias, ansiedad, depresión, obsesiones, obesidad, , habilidades sociales, timidez, problemas maritales, sexuales, familiares, de conducta de los niños, enuresis, tartamudez…) y los soluciona no por medio de fármacos, ya que no se trata de enfermedades, sino enseñando estrategias de cambio para enfrentar y superar dichos problemas.
La psicología es una disciplina que se basa en el método científico y es rigurosa en su intervención.
¿La infancia puede haberme marcado para siempre?
La infancia te ha influido enormemente, pero también la adolescencia, la juventud los últimos cinco años de tu vida, lo que te ocurrió ayer. Todo te influye porque todo te hace aprender, y aprendes cada día de tu vida hasta que mueres.
Si bien, la infancia es un período especialmente sensible a los aprendizajes, tu personalidad no se conforma en ella, sino día a día.
El ser humano es muy plástico. Hasta los aprendizajes que has hecho en las experiencias más negativas pueden ser modificados, incluso los que se remontan a la infancia.
¿Cuánto dura una terapia?
Es una pregunta realmente difícil de contestar con exactitud, porque el éxito y la velocidad de la terapia dependen de una gran cantidad de factores: características del propio problema, circunstancias de tu vida, cambios ambientales, posibilidad de ayuda de la familia, y otras más, pero sobre todo depende de ti, de tu motivación, del tiempo y del esfuerzo que dediques a trabajar por la terapia. Recuerda: mejorar es reaprender, y reaprender implica práctica. Más y mejor trabajo conducen a un éxito más rápido.
No obstante, y quizá es eso lo que deseas saber, te podemos dar una media de la duración de las terapias de conducta: entre 6 y 8 meses con una regularidad de una sesión semanal. Los tiempos son muy variables, hay terapias de tan sólo un mes de duración, y otras que duran hasta un año.
“Le entiendo, le entiendo, pero ¿lo mío tiene cura?
La palabra “cura” no es adecuada. No estás enfermo. No tienes ningún virus, ni ninguna lesión; tienes un problema emocional, has aprendido a sentirte mal.
Como ya sabes, el éxito depende de muchas variables, entre las que te recordamos que la más importante es tu trabajo. Sí, tu problema se puede solucionar, a condición de que te impliques a fondo. Los datos experimentales así lo demuestran.
Algunos problemas más frecuentes.
– La ansiedad:
La persona que tiene un problema de ansiedad no es rara, no sufre algo extraño a las demás personas, la ansiedad no es diferente en él que en los demás. Lo que ocurre es que o dispara las respuestas de ansiedad con más frecuencia o con más intensidad.
Dentro de los problemas de ansiedad englobamos:
➢ La fobia:
Miedo excesivo a un objeto, situación o animal. Ejemplo: espacios cerrados, salir a la calle, ratas, sangre, hablar en público.
➢ El estrés:
Aceleración excesiva y prolongada en los tres sistemas de respuesta: motora, fisiológica y cognitiva.
➢ Obsesiones:
Pensamientos repetitivos y muy difíciles de eliminar que provocan mucha ansiedad y que se alivian al realizar un acto ritualista y absurdo, como lavarse las manos muchísimas veces, comprobar exageradamente si se cerró la puerta o la espita de gas, evitar pisar rayas en el suelo u ordenar con extremo cuidado los objetos del escritorio.
➢ Hipocondría y pánico:
Miedo desmesurado a tener una enfermedad, grave como cáncer, sida o un tumor cerebral, a tener un ataque cardíaco, una trombosis, a desmayarse, perder el control, volverse loco o a la propia muerte.
Estos problemas de ansiedad también se han aprendido. Se aprende a reaccionar con ansiedad excesiva ante unas situaciones específicas por los mismos principios de aprendizaje ya explicados:
- Por ejemplo, un niño puede aprender su miedo a los perros por imitación a su madre que ha mostrado su miedo delante de él.
- Puede aprenderse un miedo a hablar en público porque, por ejemplo, una vez, al explicar algo delante de gente, los demás se rieron y el sujeto asoció el malestar que sintió a la situación de hablar en público.
- O incluso puede aprenderse ansiedad porque la gente le presta atención, cariño, lo hacen las cosas por él, cuando manifiesta sentirse ansioso.
Cualquiera de estos procesos o incluso todos ellos juntos pueden crear un problema de ansiedad.
Si tu caso es sensación de ansiedad puede que recuerdes alguna de estas condiciones en tu vida, y podamos identificar por qué proceso de aprendizaje empezaste a desarrollar tu problema de ansiedad.
Pero no siempre se recuerda claramente. No importa. Aunque no logremos averiguar el origen exacto, no pasa nada. Saber por qué empezaste a tener tu problema de ansiedad sirve para entender el proceso de aprendizaje, pero no hace que este problema desaparezca; no es terapéutico.
Lo que sí necesitamos averiguar con exactitud es por qué sigues teniendo el problema en estos momentos, qué hace que se mantenga tu problema ahora.
Normalmente, un problema de ansiedad se mantiene por refuerzo negativo. Recuerda que una conducta se puede aprender porque nos ayuda a eliminar el malestar que sentíamos antes: tomar pastillas nos elimina el dolor de cabeza, quitarnos los zapatos nos quita el dolor de pies,…
En los problemas de ansiedad, las personas aprenden a escapar o huir de esas situaciones, o a evitar tener que exponerse a ellas, porque esto les quita las sensaciones de ansiedad.
Cada vez que la persona se baja del ascensor o incluso no sube en él y toma las escaleras, se siente alivio, nota que la ansiedad desaparece, y entonces la conducta que aprende es la de bajarse o no subir, y no puede aprender una conducta alternativa para permanecer en el ascensor sin ansiedad. Es por ello que continúa con su problema.
Lo mismo ocurre con cualquier otro miedo: sitios abiertos, con mucha gente, alturas, suciedad, enfermedades, muerte… El sujeto ha aprendido una conducta que le ayuda a escapar y no enfrentarse a su miedo y comprobar que no es real: se toma una pastilla, llama repetidamente a su médico, se lava las manos compulsivamente o no va a sitios con gente.
Una vez el psicólogo conozca por qué tiene en estos momentos ese problema de ansiedad, decidirá la técnica a seguir para que puedas permanecer el tiempo suficiente en la situación temida, hasta que la ansiedad baje y aprendas que, en realidad aquello que temes no ocurre.
¿Qué es la depresión?
Nadie se deprime sin motivos. Las personas empiezan a deprimirse después de sufrir lo que en psicología llamamos una “pérdida de reforzadores”, es decir, aspectos importantes de nuestra vida desaparecen o pierden su valor.
Está demostrado que los acontecimientos que estadísticamente más provocan depresión son:
- Pérdidas o enfermedades de seres queridos
- Enfermedad propia
- Pérdida o cambios en el trabajo
- Problemas de pareja o familiares
- Cambios de domicilio
- Problemas económicos
- Cualquier circunstancia en el ambiente que nos ponga en una situación difícil
La resistencia de cada persona a estos estresores es distinta. Hay personas que por sus experiencias vitales, saben enfrentarse mejora a los problemas y, cuando se encuentran con ellos, consiguen manejarlos sin llegar a deprimirse clínicamente. Otras muchas personas no han aprendido loas suficientes habilidades y se sienten atrapados en un estado emocional, cada vez más doloroso, que llamamos depresión.
Las “pérdidas”, lógicamente, producen dolor en las personas. Todo el mundo se siente mal cuando se pierde a una persona querida. Y ahí empieza la trampa de la depresión: las personas que llegan a deprimirse reaccionan ante este dolor rompiendo su ritmo de vida habitual, dejan de hacer aquellas actividades diarias que proporcionan satisfacción (salir con los amigos, leer, deporte, escuchar música…) e incluso, más o menos progresivamente, dejan de hacer las actividades “obligatorias” (trabajo, tareas de casa, hábitos, compromisos…). Todo ello es, de nuevo, MAS PERDIDA, y por lo tanto MAS MALESTAR.
Es decir, la pérdida original produce dolor, ese dolor lleva a mayor pérdida y por tanto, a más dolor.
Este es uno de los aspectos característicos de la depresión, el abandono progresivo de las actividades. Recuerda que en nuestra terminología sería una inhibición del nivel motor de nuestra conducta.
De manera que una depresión es la combinación de estos tres aspectos:
➢ se piensa de forma negativa (la tríada cognitiva: pensamientos negativos acerca de uno mismo y de su autovalía, pensamientos negativos sobre el mundo y los demás, y pensamientos negativos sobre el futuro; una visión oscura y pesimista. “Soy un desastre; todo me pasa a mí; lo hago todo mal; mi vida ha sido una colección de desgracias y fracasos; el mundo no tiene sentido; están locos; no puedo más; no puedo vivir sin él/ella; no hay solución; nunca saldré de esto; para qué seguir luchando…”
En muchos casos cuando el estado de desesperanza es muy grande, aparecen ideas de suicidio: “necesito descansar; esto es el fin; mi vida no tiene sentido; liberaré a mi familia de esta carga; quiero morirme, desaparecer”. Si esto te ocurre, no lo dudes, BUSCA AYUDA PROFESIONAL INMEDIATAMENTE. Estos pensamientos son siempre falsos, es como si llevaras unas gafas de sol muy oscuras que te hicieran verlo todo negro: sólo ves el aspecto negativo de las cosas y además magnificado. No desesperes, aprendiendo las técnicas necesarias encontrarás soluciones.)
➢ se deja de actuar motóricamente (abandono de las actividades primero placenteras y luego las obligatorias)
➢ se sienten emociones dolorosas (pérdida de apetito y peso, cansancio y abatimiento, tristeza, irritabilidad, ganas de llorar, problemas de sueño, disminución del deseo sexual, incluso ansiedad).
Después de que el psicólogo evalúe tu problema en particular, te dará una explicación de por qué estás deprimido y te propondrá una terapia que irá encaminada como mínimo a reinstalar progresivamente tu nivel de actividades y cambiar tus pensamientos negativos.
Puedes hacerlo. Estar deprimido es como un coche parado. Cuando empiezas a empujarlo es duro, pero una vez en marcha, todo va sobre ruedas. Date una oportunidad, y deja que el psicólogo haga su trabajo.
Problemas en la relación con los demás
Cuando se trata de problemas de relación con los demás, en Psicología hablamos de dificultades de habilidad social.
Este término engloba diferentes aspectos de comunicación:
1.- Expresión de sentimientos: hay personas que encuentran dificultad en expresar lo que sienten a las personas que les rodean. No son capaces de manifestar amor, cariño, ni de alabar al otro, o les es difícil comunicar sus sentimiento negativos de tristeza, enfado, decepción.
2.- Mantener opiniones: A veces, lo difícil es expresar, o mantener una determinada postura ante los demás.
3.- Peticiones: Aquí, la complicación estriba en que no se sabe hacer peticiones: pedir un favor, pedir un cambio de conducta en el otro; pedir un aumento de sueldo…
Pero también puede resultar difícil rechazar peticiones, decir no. Y así, uno se encuentra a sí mismo dejando el coche sin desearlo, pasando un trabajo a máquina que no es suyo, acompañando a una persona con la que no quiere estar.
4.- Otras habilidades sociales: iniciar y mantener conversaciones intrascendentes, superar con éxito una entrevista de trabajo, ligar, hablar en público… y cualquiera que implique relación con otras personas.
Estas habilidades suelen aprenderse a lo largo de nuestra educación: en el hogar, en el colegio, con nuestros amigos e incluso en las películas. Sin embargo, hay un gran número de personas, que por alguna razón no las aprenden o las aprenden mal; quizás porque no tuvieron buenos modelos o porque fueron castigados por tener una conducta hábil. Si este es tu caso, no te preocupes, todavía estás a tiempo de aprenderlas.
El psicólogo evaluará exactamente qué conductas sociales necesitas adquirir; las situaciones en que tienes dificultades se trabajan ensayándolas repetidamente. En cada uno de los ensayos se van modificando pequeños aspectos de tu comportamiento hasta llegar a una ejecución eficaz.
Problemas de pareja y familia
El psicólogo además de trabajar con problemas individuales, también puede ayudar a mejorar las relaciones de pareja y familia.
Todas las parejas y todas las familias tienen problemas, esto es lo normal. Sin embargo, cuando los conflictos dominan la relación hasta el punto de que los miembros de esa pareja o familia tienen un gran costo emocional, que incluso puede llegar a tomar la forma de graves problemas clínicos individuales (depresión, estrés, agresividad…), es conveniente buscar ayuda profesional.
La investigación nos demuestra que las parejas y familias que mantiene una relación saludable y satisfactoria son aquellas que dominan ciertas habilidades. Las más destacadas son:
1. Habilidades de comunicación.
Son aquellas habilidades que necesitas para comunicarte con tu pareja: para hablar de temas intranscendentales, expresar sentimientos positivos como afecto, agradecimiento, admiración, deseo… y también para expresar sentimientos negativos y peticiones de cambio. Este tipo de habilidades son igualmente necesarias para relacionarte con la familia.
Si este es parte de vuestro problema el psicólogo te enseñará un nuevo estilo de comunicación, más claro, más directo, más honesto. Hablar de forma adecuada también puede aprenderse.
2. Resolución de problemas.
Una habilidad fundamental de las parejas y familias que funcionan bien es precisamente conocer la forma de enfrentarse a los problemas inherentes a la vida en común que aumente la probabilidad de encontrar una solución satisfactoria para la mayoría.
3. Compartir actividades placenteras.
¿Qué cosas positivas compartes con tu pareja o familia a lo largo de la semana? Compara esta lista con las actividades que hacíais en común al principio de vuestra relación. Si ha disminuido sensiblemente, es muy probable que la terapia se enfoque también hacia esa área. Este es un principio básico: las parejas y familias que mejor conviven son aquellas que hacen más cosas positivas juntas.
4. Distribución de tareas prácticas.
Por último, otra de las habilidades que dominan las parejas y familias que mantiene una buena relación es la distribución de tareas y roles. ¿Discutís frecuentemente sobre quién cocina, castiga a los niños, baja la basura…?
El psicólogo evaluará qué déficits existen en estas habilidades y os entrenará sistemáticamente en ellos.
Como podeis ver en cualquier problema la función del psicólogo es averiguar cual es el problema, por qué se está manteniendo y entrenarte en aquellas habilidades que puedan ayudarte a resolverlo mejor. El psicólogo se convierte en un «entrenador» que te ayuda a aprender, mejorar o perfeccionar la técnica que te permite tener un mayor rendimiento. Pero recuerda: él/ella es el «entrenador», tú eres el que sale a la pista a aplicar todo lo que con él has aprendido y practicado.
Adaptado de Pastor y Sevilla.
Magdalena Cubel Alarcón
Psicóloga Clínica Valencia (Benimaclet)
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