Prevenir para no castigar…
El Juez de menores de Granada nos da algunas recomendaciones para conseguir que nuestros hijos sean buenos hijos, y para ellos los padres tienen que recordar que ambos tienen derechos y obligaciones, y que hay que hacerlos cumplir en ambos lados
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Prevenir para no castigar…

Este es el título que D. Emilio Calatayud, juez de menores de Granada, da a la conferencia que impartió ayer sábado en el colegio Salesianos, San Antonio Abad de Valencia.

Es curioso como al oirlo me viene a la cabeza cuánto hay que utilizar el sentido común al hablar de educación en general, y más cuando hablamos de la educación de nuestros hijos.

Como bien dice, es cierto que antes de 1978 los menores no tenían derechos, y que es a partir de ese año con la Ley de protección jurídica del menor, cuando se establecen estos derechos. De manera que en cuestión de educación se pasa de un estilo autoritario a un estilo totalmente dialogante, donde todo se decide y razona y donde el menor tiene «derecho a opinar».

Quizá si se utilizara más el sentido común y no se leyeran tantos manuales y revistas de cómo ser un buen padre, y se aplicara la lógica, no tendríamos tantos problemas de roles invertidos en estas generaciones. Porque la verdad es que cuando les preguntas a las generaciones que ahora tienen setenta y tantos años, no tienen ninguna duda en materia de educación «un padre es un padre, y el hijo tienen que obedecer«, mientras que en las generaciones de los que tienen cuarenta y tantos las cosas no están tan clara.

De esta manera nuestra generación ha pasado de «ser esclavos de nuestros padres a ser esclavos de nuestros hijos«. Y tener un hijo se ha convertido en un problema, «hijos pequeños, problemas pequeños», «hijos grandes, problemas grandes», y «solo te quitas el problema cuando te mueres«.

Según refiere el Juez, un 40% de las niñas y un 50% de los niños maltratan a sus padres, y quizá sea porque se nos ha olvidado aplicar con nuestros hijos el artículo 155 del código civil, en el que dice «que los hijos deben obedecer y respetar a los padres y contribuir a las cargas familiares, mientras están bajo su potestad«. De manera que a partir de 1978 se les dieron derechos, pero tambien tienen obligaciones, y somos nosotros los que debemos hacerlas cumplir.

Hemos pasado de los padres autoritarios y los hijos sin derechos a los padres colegas con hijos sin deberes. Y es que no se pueden perder los roles familiares y si soy «colega» de mi hijo, dejo de ser su padre, y pierdo la autoridad que como padre tengo que mantener, porque educar es interferir y corregir y esto los amigos no lo hacen. Y es importantisimo que los padres puedan recobrar el «derecho corrector«, para que los hijos no amenacen continuamente con el «te voy a denunciar».

Es muy importante poder satisfacer los derechos de nuestros hijos, pero igual de importante es poder exigirles sus deberes.

Tenemos que poderles enseñar que todos sus actos tienen consecuencias y que si hacen algo mal, tienen que reparar el daño, ya que si es menor y él no lo hace quién paga sus consecuencias somos nosotros, y esto no va a hacer que ellos sean más responsables, ni que se esfuercen por conseguir las cosas, ni que tengan más amor propio, ni que toleren mejor la frustración.

Magdalena  Cubel Alarcón

Psicóloga Clínica Valencia (Benimaclet)

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