Coherencia…
Es curioso como queremos que los niños hagan las cosas porque se las decimos los adulto, pero la realidad es que si no hay coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos, ellos no sabrán lo que tienen que hacer o no nos tendrán respeto. Os pongo algunos ejemplos:
“Ya eres grande, deberías ser más independiente”, dice el papá mientras su esposa le plancha la ropa para el trabajo.
“¿Todavía tomas teta?”, pregunta el primo que no para de fumar cigarrillos.
“Tienes que escuchar cuando te hablan”, dice el abuelo que le prepara carne a su yerno vegetariano.
“Tienes que dormir solo, en tu cuna”, dice la mamá que cuando el papá viaja se va a dormir a casa de su mamá.
“Presta el carrito, no seas egoísta”, dice el tío que no le presta el auto ni a su mujer.
“No es no, tienes que entender”, dice la suegra que todavía no entiende que debe llamar antes de aparecer.
“El golpe educa, no es violencia”, dice el portero que aún tiene pesadillas con el cinturón del padre.
“Tienes que respetar a los adultos”, dice la abuela que le da Coca Cola al niño cuando la mamá no ve.
Ellos aprende de lo q ven. Si reciben incoherencia no sabrán a q atenerse. Decirles una cosa y hacer otra les confundirá y no les permitirá confiar en el adulto.
Seamos coherentes y consecuentes para poder educar a nuestros hijos.
Adaptado de Luciana Riskin
Magda Cubel Alarcón
Psicóloga Clínica Valencia Benimaclet
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