La apnea obstructiva del sueño como problema de salud pública
En este artículo se describen las características del síndrome de apnea obstructiva de sueño, sus consecuencias en la salud, los factores de riesgo que la pueden provocar y los costos que suponen para el servicio de salud pública.
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La apnea obstructiva del sueño como problema de salud pública

El concepto “trastornos respiratorios del sueño” se refiere a una serie de alteraciones como el ronquido, la resistencia de la vía aérea superior, las hipopneas y las apneas del sueño, en las que el elemento clave es un incremento anormal de la resistencia de la vía aérea superior durante el sueño. En la mayoría de los casos este incremento anormal acelera la velocidad de paso del flujo aéreo, lo que produce vibraciones en estructuras faríngeas dando lugar al ronquido, mientras que en casos muy severos la vía aérea se ocluye y se produce la apnea obstructiva (SAOS).

El S.A.O.S (apnea obstructiva de sueño) no es un trastorno de los ciclos del sueño, sino un trastorno de las funciones fisiológicas que se alteran con el sueño y que consiste en la presencia de pausas respiratorias de tipo obstructivo de más de 10 segundos de duración en un número promedio superior a 5 por hora de sueño.

Probablemente un porcentaje elevado de la población general presenta ocasionalmente episodios obstructivos durante el sueño, lo que no equivale a padecer la enfermedad en todos los casos. Esta produce una afectación del S.N.C. expresada por somnolencia, fatiga, dificultad de concentración, irritabilidad y mala memoria, a la que se añade en la medida que se agrava el proceso otras consecuencias como el cor pulmonale. En estos casos la importancia del problema varía de unas personas a otras en función de diversos factores que determinan el impacto en su calidad de vida.

La somnolencia se debe probablemente a la fragmentación del sueño producida por la intermitente presencia de despertares parciales (arousals), cada uno de los cuales acompaña el final de la apnea.

Por este mecanismo se produce un sueño muy superficial y fragmentado, sin sueño NREM profundo, que no es reparador y aunque no hay una reducción del tiempo total de sueño en la noche, hay una tendencia a la somnolencia para tratar de obtener el descanso adecuado.

El S.A.O.S. es un trastorno muy prevalente entre la población general y se estima que entre un 1% y un 4 % de adultos de edad media cumplen criterios para el diagnóstico. Se estima que están sin diagnosticar entre un 80% y un 90% de los casos. El ratio entre sexo masculino/femenino es de 2/1.

El ronquido y la somnolencia son los mayores predictores del síndrome. El trastorno es muy frecuente en ancianos, aunque los síntomas y las consecuencias pueden diferir de los del adulto medio.

En cuanto a los factores de riesgo:

  1. La obesidad presenta una estrecha relación con las apneas y de hecho la obesidad altera la respiración durante el sueño por diversos mecanismos (alteración de la estructura y función de la vía respiratoria, alteración del control respiratorio, hipoxemia), de manera que se asume una relación de causalidad entre el exceso de peso y las apneas.
  2. El sexo masculino presenta una mayor incidencia de SAOS que el femenino, en un ratio que era de 8/1 en estudios iniciales y que actualmente se ha reducido hasta una proporción de 2/1 en casos de SAOS severos. La edad también parece jugar un papel importante, de forma que se observa un pico de incidencia alrededor de los 60 años.
  3. Y otro factor de riesgo importante son las anomalías craneofaciales, concretamente las alteraciones del tamaño y posición de la mandíbula y del paladar. En la población infantil tiene especial relevancia la presencia de amígdalas y adenoides grandes. Por último, otros factores de riesgo, pero mucho menos relevantes, son el fumar, la menopausia en mujeres, la incidencia familiar y la congestión nasal durante la noche.

La apnea del sueño es una patología frecuente y su asociación con la hipertensión arterial, morbilidad cardiovascular, rendimiento y conducta, tal y como acabamos de reseñar, puede afectar a la salud pública de manera importante.

La somnolencia, las alteraciones del humor y las limitaciones físicas pueden contribuir a perturbar intensamente la calidad de vida y el estatus funcional de los pacientes.

De algunos estudios realizados se puede concluir que niveles moderadamente altos del índice de apnea-hipopnea por hora de sueño afectan negativamente diversos aspectos de la calidad de vida (estado de salud, funcionamiento físico, social y vitalidad).

Así mismo diversos trabajos documentan el mayor riesgo de accidentes de tráfico que presentan las personas con S.A.O.S., entre 2 y 4 veces más riesgo.

Powell et al compararon el rendimiento en tareas complejas y el tiempo de reacción de pacientes con SAOS leve-moderado y encontraron peores resultados que en controles con una alcoholemia de 0.06%.

Respecto de la mortalidad, los datos disponibles sugieren un incremento de su tasa en pacientes con S.A.O.S. severo, más cuanto más precoz es la presentación del síndrome. No obstante hay datos contradictorios y parece que cuando se controla bien la comorbilidad, no hay una relación firme entre el S.A.O.S. y un incremento de mortalidad.

Diversos estudios avalan el incremento de los costes de la atención médica de pacientes con S.A.O.S. y también el alto coste de los pacientes no tratados. Una cuestión importante es tratar de reducir la morbilidad como consecuencia del síndrome (y sus costes económicos consecuentes) con medidas de política sanitaria que permitan un diagnóstico precoz y un manejo adecuado de la enfermedad, y a este respecto los datos de la literatura publicada sugieren que el tratamiento del S.A.O.S. mejora la somnolencia, la calidad de vida, la hipertensión arterial, y el rendimiento cognitivo y motor.

Magdalena Cubel Alarcón
Psicóloga Clínica Valencia (Benimaclet)

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