Sueño y vida laboral
La población laboral que trabaja a turnos o en trabajo nocturno en los países industrializados tiende a aumentar progresivamente en los últimos 30 años.
Las causas de naturaleza técnica, económica y social que determinan este fenómeno no parecen modificables a corto plazo, pese a que este tipo de trabajo conlleva una serie de riesgos y de trastornos para la salud.
El problema de la tolerancia del trabajo a turnos y nocturno se debe abordar no solo como un problema de ritmos biológicos, ni como un trastorno de sueño o de índole social y laboral, sino como la interacción de los tres factores de manera que entre ellos se influyen y determinan como resultado final la mejor o peor adaptación a este tipo de vida laboral.
Las personas sometidas a turnos de trabajo no tienen una completa regulación del sueño y generalmente sufren una reducción del mismo, predominantemente a costa de un acortamiento de las fases 2 y REM , que implica una deprivación parcial y crónica de sueño, con la repercusión que esto tiene en la conducta ya que disminuye el nivel de activación cortical y por tanto del rendimiento, aumente el riesgo de accidentes de todo tipo y baja la motivación y el estado de ánimo.
Los trabajos a turnos chocan con los ritmos a los que esta acostumbrada nuestra sociedad, las personas sometidas a ellos disponen de su tiempo libre en momentos en que todas las actividades sociales y las otras personas de su entorno no están disponibles y trabajan cuando los demás viven su vida familiar y de ocio.
El trastorno provocado por el trabajo nocturno (“síndrome del trabajador nocturno”) y es muy frecuente en el mundo occidental. El individuo en turno de noche debe desincronizar su ritmo habitual, por imposición de su trabajo. El sujeto en estas condiciones, presenta somnolencia y disminución en el rendimiento psíquico y físico durante la noche del trabajo. Estos síntomas son más persistentes y acusados cuanto mayor es la edad del sujeto.
El trabajo por turnos, y nocturno especialmente, representa un riesgo para la salud y las consecuencias negativas están descritas y bien estudiadas y alcanzan aspectos mucho más amplios que el laboral: no solo afectan al trabajo y rendimiento sino también a la seguridad personal del trabajador y de otras personas, y a la salud física y psíquica y a las relaciones familiares y personales.
La mala adaptación del trabajo a turnos se puede presentar poco tiempo después del comienzo del mismo (síndrome agudo) o después de años (síndrome crónico).
El primero parece estar más relacionado con la repercusión de la alteración del ritmo vigilia-sueño, y en la intolerancia a largo plazo parece estar implicados más factores personales y laborales, e implica trastornos sistémicos y más complejos.
Los trastornos más frecuentes que se presentan son:
- digestivos,
- cardiovasculares,
- aumentan los hábitos no saludables (tabaco, vida sedentaria),
- obesidad,
- irregularidades del ciclo menstrual en la mujer,
- disminución de la fertilidad,
- ansiedad,
- depresión etc.
Además, el sueño insuficiente, de mala calidad y con poca profundidad que se da en estos trabajadores tiene efectos cognitivo-conductuales con disminución del nivel de alerta y descenso del rendimiento; se afecta el estado de ánimo y la atención se incrementan los fallos, con el mayor riesgo de accidentes que esto conlleva.
No debemos olvidar la dificultad de estas personas para adaptarse a una sociedad que está organizada para dormir de noche y vivir de día, lo que les lleva a un aislamiento familiar y social que se manifiesta por trastornos del tipo de ansiedad, depresión etc.
Es importante para el personal laboral, social o sanitario reconocer estos síntomas como algo relacionado con las condiciones de trabajo de las personas y hacerlo precozmente, ya que el enfoque diagnóstico y de tratamiento es distinto y en muchos casos precisa aportar formación e información sobre el sueño y su importancia a estas personas, además de otros procedimientos terapéuticos.
Magdalena Cubel Alarcón
Psicóloga Clínica Valencia (Benimaclet)
No Comments